Los Mets se autodestruyen y la temporada no ha comenzado


No es un espectáculo que quieras ver en marzo o en cualquier mes.
Foto: Eric Espada/Getty Images

Los Mets de Nueva York pueden tener un propietario que gasta libremente, una lista repleta de jóvenes talentos y una base de fanáticos ansiosos por exorcizar los fantasmas del pasado. Y, sin embargo, persiste la extraña marca de desgracia que ha definido a este equipo durante mucho tiempo.

El miércoles por la noche, el cerrador estrella Edwin Díaz se lesionó mientras celebraba una victoria de Puerto Rico sobre República Dominicana en el Clásico Mundial de Béisbol, una competencia mundial enérgica que se realiza una vez cada pocos años. Después de lanzar el tercer strike para cerrar el juego, que envió a Puerto Rico a los cuartos de final, Díaz comenzó a saltar de un lado a otro con sus compañeros de equipo cuando ocurrió un desastre en algún lugar del scrum:

La lesión de Díaz se veía mal desde el principio: tuvo que ser sacado del campo en una silla de ruedas. El jueves, quedó claro el alcance de los daños.

El momento para los Mets difícilmente podría ser peor, considerando que acaban de darle a Díaz, quien se convirtió en un fenómeno el año pasado gracias tanto a su dominio como a la increíblemente pegadiza canción de Timmy Trumpet que acompañó sus apariciones en la novena entrada, un contrato de cinco años y $102 millones. contrato. (Uno podría argumentar fácilmente que era demasiado dinero para un cerrador en primer lugar).

Para ser justos, Díaz no es el primer atleta en sufrir una lesión importante en medio de la pasión posterior al juego. Ejemplos infames del fenómeno incluyen al ex pateador de los Arizona Cardinals, Bill Gramatica, y al ex primera base de los Anaheim Angels, Kendrys Morales.

Pero el caso de Díaz es insólito: Logró lastimarse de esta manera antes la temporada regular, en un partido que nada tuvo que ver con el equipo que le está pagando millones. El incidente reavivará los debates sobre si los equipos de las Grandes Ligas de Béisbol deberían permitir que sus jugadores compitan en un torneo internacional. (Los jugadores son poco probable que vaya con restricciones.) También servirá como un recordatorio de que, después de un año de tremendo potencial y eventual decepción, los Mets tienen un largo camino por recorrer para trascender su reputación como una franquicia ignorante.

¿La única forma en que esto podría haber sido más vergonzoso? Si Diaz se hubiera lastimado fingiendo para ganar la Serie Mundial.





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