Al régimen islamista de Kabul parece importarle cada vez menos el reconocimiento internacional. Mientras tanto, 6 millones de afganos tienen muy poco para comer, amenaza otro invierno de hambre y frío.
Los talibanes ejecutaron públicamente a un hombre la semana pasada. Es la última escalada de un régimen que intenta hacer retroceder el tiempo a la Edad Media: no solo las ejecuciones son parte de la rutina diaria en Afganistán, sino también las flagelaciones y probablemente pronto lapidaciones y amputaciones de partes del cuerpo. Los talibanes han dejado claro que quieren volver a los castigos draconianos del antiguo régimen en la década de 1990. Es el catálogo de castigos que convirtió a los talibanes en parias en la comunidad internacional.