“Mi idea de una escultura es una calle” – Muere Carl Andre, el padre del Minimal Art

A veces te acercas más a tu arte de lo que te gustaría. Porque antes de que te des cuenta, ya estás metido en ello. Y cada vez el paso en falso vuelve a irritar. ¿Pisotear una obra de arte? Eso no funciona. Especialmente cuando se trata de un padre del arte estadounidense de posguerra. Pero eso sucede todo el tiempo en el caso de Carl Andre. Y mucha gente tiene esta experiencia extremadamente irritante en todas las colecciones de arte públicas de todo el mundo, donde también se muestra arte minimalista. Carl Andre jugó un papel clave en la configuración de este movimiento artístico. Y como ningún otro, literalmente sacó el arte de su pedestal.

Se le considera un pionero del arte minimalista, este audaz movimiento artístico que dio un vuelco al concepto de escultura. Las obras de arte ya no deberían representar, las pinturas ya no deberían decir nada. Deberían ser lo que son materialmente. Carl Andre cumplió literalmente el lema de Frank Stella, a quien conoció en Nueva York. El pionero de la pintura de campos de color proclamó: «Ves lo que ves». Y esto es especialmente cierto en el caso de las esculturas de suelo de Andre, placas de metal rectangulares o cuadradas dispuestas de borde a borde en el suelo. ¿Seguía siendo una escultura? ¿O simplemente un piso de metal?

Con estas obras innovadoras, el escultor, nacido en Nueva Inglaterra en 1935, puso la escultura en pie. Porque la escultura es también lo que experimentamos como fisicalidad cuando caminamos por el espacio. Sus esculturas de suelo plano reforzaron esta sensación de espacio e incluso fueron capaces de desencadenarla como ninguna otra forma de arte. Andre era considerado el más radical entre los minimalistas, entre los que se encontraban Stella, Donald Judd y Sol LeWitt. Enfrentó al espectador más directamente con sus obras de arte.

Brâncuși como inspiración

Sus obras están realizadas mayoritariamente en acero, pero también en cobre, plomo y aluminio. Andre también trabajó con ladrillos. O con madera. Apiló o superpuso sus elementos individuales, inicialmente troncos toscos y luego bloques de madera, para crear esculturas espaciales completas. Las piezas individuales son intercambiables. Las diferentes disposiciones e interpretaciones hacen visible el espacio circundante y lo incorporan a la escultura. Los visitantes pueden entrar en la obra de arte y formar parte de ella, por así decirlo.

La idea de combinar elementos en un cuerpo espacial se le ocurrió a Carl Andre a mediados de la década de 1950, cuando se mudó a Nueva York. Una experiencia clave fue el encuentro con el arte del escultor rumano Constantin Brâncuși. El lenguaje formal de sus primeras esculturas de madera se basa en gran medida en la famosa “Columna sin fin” de Brâncuși de 1937. Consiste en elementos formales en serie, un enfoque que sentaría un precedente para el arte minimalista. “Para mí, Brâncuși era un artista ‘minimal’ que se reducía a los elementos más básicos”, dijo una vez Andre en retrospectiva.

De 1960 a 1964, Carl Andre trabajó para el Ferrocarril de Pensilvania en Nueva Jersey como guardafrenos y revisor de trenes de mercancías. Este período de su vida fue importante para su desarrollo artístico. Aunque apenas llegó a realizar ningún trabajo artístico en aquella época. Su producción artística se limitó a poemas escritos a máquina, que generó a partir de hallazgos de texto aleatorios.

En ese momento, André descubrió la experiencia de la calle: “Mi idea de escultura es una calle. Una carretera no es accesible desde un punto determinado o en un punto determinado. Creo que la escultura debería tener un punto de vista infinito.» Esto lo encarnó muy bien en sus baldosas: “Puedes pararte en el medio y mirar hacia afuera”, le explicó a un crítico de arte en 1970.

Sombra sobre su carrera

Su primera exposición individual tuvo lugar en 1965 en la Galería Tibor de Nagy de Nueva York. En marzo de 1969 participó en la legendaria exposición de Harald Szeemann «When Attitudes Become Form» en la Kunsthalle de Berna. André tuvo su gran avance en 1970 con una exposición individual en el Museo Guggenheim de Nueva York. El trabajo de Andre se mostró en Documenta 4, 6 y 7. En 2011 recibió el premio Zurich Roswitha-Haftmann.

Hoy Carl Andre es parte del legado del arte estadounidense de posguerra. Pero durante mucho tiempo también se consideró controvertido. Los museos americanos lo evitaban. Y no por su enfoque revolucionario del arte. Su esposa, la artista cubana Ana Mendieta, murió en 1985. La causa de su muerte nunca se explicó completamente. André fue acusado de contribuir a la defenestración de Mendieta. Al final el tribunal lo absolvió. Sin embargo, su carrera quedó ensombrecida por la muerte de Mendieta hasta el final. – El 24 de enero, Carl Andre murió en Nueva York a la edad de 88 años.