“Nada bueno puede surgir de la explotación, por parte de Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon, de los temores de los judíos y árabes de Francia”


DDesde la guerra de Argelia, el odio a los “árabes”, y luego a los “musulmanes”, ha seguido siendo un asunto central de la extrema derecha francesa. A la generación que no había digerido la pérdida de Argelia fue sucedida la que prosperó señalando a los inmigrantes como la causa de todos los males del país.

Durante mucho tiempo, esta obsesión se vio ensombrecida por un antisemitismo abierto, que tenía sus raíces en Maurras y la colaboración con la Alemania nazi, que Le Pen padre no hizo nada por enmascarar. Enfrente, la izquierda y la extrema izquierda, a pesar de viejos errores, fueron el campo histórico de los opositores al racismo y al antisemitismo. La mayoría de los judíos y árabes de Francia tendían a encontrarse allí, unidos por la hostilidad hacia su enemigo común: los portadores de prejuicios y odio hacia ellos.

Todo sucede como si las masacres del 7 de octubre de 2023 perpetradas por Hamás y la guerra israelí en Gaza aceleraran la ya avanzada obsolescencia de este patrón, para reforzar un cruce dramático: la extrema derecha de Marine Le Pen está aprovechando los acontecimientos tanto para hacernos olvidar su antisemitismo –incluso para afirmar que defiende a los judíos, uno de los aspectos más atrevidos de su “desmonización”– y para alimentar su estigmatización de los musulmanes.

Esperado en el turno

Por su parte, la izquierda radical de Jean-Luc Mélenchon cree ganarse el voto musulmán haciendo de la tragedia de Gaza el centro de su campaña para las elecciones europeas, aunque eso signifique distanciarse de muchos judíos confundiendo «judíos» con «israelíes». , «sionistas» y «colonialistas», la hostilidad hacia el gobierno de Israel y la negación de la existencia de este país.

Dejemos que el abogado Arié Alimi, compañero de viaje de la izquierda radical, escriba un libro sobre sus angustias como judío de izquierda (Judíos, franceses y de izquierda… en desordenLa Découverte, 144 páginas, 14 euros) y dice en El mundoel 7 de abril, eso “Desde el 7 de octubre, el discurso antisemita proviene, en términos de volumen, de organizaciones de izquierda” da la medida del desorden.

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No es fácil para los estudiantes de Sciences Po y de otros lugares, sinceramente indignados por el bombardeo de civiles en Gaza por parte de Israel y la pasividad de Occidente, escapar de este contexto en el que se les espera en todo momento, en cada palabra, en cada consigna. Para Alice (los primeros nombres de las personas citadas han sido cambiados), estudiante de quinto año, “ Las acusaciones de antisemitismo son trampas que nos han tendido, pero que a mí me parecen insultantes.. Nuestros lemas tienen plenamente en cuenta el sufrimiento de cada protagonista”.

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