“¿No sería una reforma real una reforma que no fuera dolorosa? »


I¿La reforma de las pensiones es una cuestión de testosterona? El campo léxico que domina estos días da que pensar: nunca rendirse en la calle, desafiar el rechazo de la opinión pública, salvar al país de sí mismo… «madre de las reformas» en realidad parece un “macho-reforma”según la expresión divertida de un representante de la patronal.

Una reforma que no sea dolorosa, ¿no sería una verdadera reforma? En 2017, los macronistas electos se burlaron fácilmente de la «reformas» de sus antecesores. “Existe en Francia esa idea de que la dureza para hacer una reforma realzará la imagen de quien la lleva”, resume Bruno Cautrès, investigador del Cevipof. No temer la impopularidad, ese es el atributo del líder. Diez años después de elevar la edad legal de jubilación de 60 a 62 años en 2012, el exjefe de Estado Nicolas Sarkozy sigue dando una lección de firmeza. “No había nada que negociar, resume en una entrevista con Revista Figaro del 3 de febrero. Solo teníamos que escuchar e informar, eso es lo que llamamos “coordinar”. »

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Reforma en consenso: lo que consigan hacer otros países europeos -incluso para su sistema de pensiones- estaríamos condenados a que nos privaran. “No hay gobierno que esté haciendo la reforma de pensiones con despreocupación. Sabemos que es difícil”lamentó el ministro de Trabajo, Olivier Dussopt, el miércoles 1ejem Febrero, el 2 de Francia. Según el INSEE, la reforma que más ha aportado en la historia fue, sin embargo, llevada a cabo en la indiferencia general en el verano de 1993, por Edouard Balladur. Al indexar las pensiones a la inflación, que era baja en ese momento, y ya no a los salarios, limitó considerablemente su crecimiento. Ciertamente, sin ningún beneficio político para el interesado.

Un poco de brutalidad

Sin embargo, el gobierno actual ha elegido el camino difícil. Al hacer del aplazamiento de la mayoría de edad de 62 a 64 años el corazón de su reforma, aunque también incluye una aceleración de la de Marisol Touraine, asume una parte de brutalidad. La CFDT hubiera preferido una simple extensión del período de cotización, un escenario considerado más justo por muchos expertos, a pesar de una rentabilidad más dispersa en el tiempo. Eso no habría aportado lo suficiente, explica el ejecutivo, que no evalúa sin embargo este escenario más allá de 2030, mientras que los problemas de financiación surgen más bien después, según el Consejo de Orientación de Pensiones.

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