Después de ver a antiguos estudiantes musulmanes tomar permanentemente el Eurostar hacia Londres, los investigadores Olivier Esteves, Alice Picard y Julien Talpin decidieron interesarse por los musulmanes franceses que se instalan en el extranjero. Su “investigación sobre la diáspora musulmana francesa” acaba de publicarse con el título Francia, la amas pero la vas a dejar (Umbral, 320 páginas, 23 euros). En una entrevista con MundoOlivier Esteves, profesor asociado de inglés, especialista en culturas y sociedades de habla inglesa en la Universidad de Lille, recuerda las principales lecciones que aprendió de la encuesta que codirigió.
La obra que usted publica se centra en los musulmanes franceses que deciden vivir en el extranjero. ¿Sabemos cuántos hay?
Probablemente sean decenas de miles, pero no podemos dar una cifra precisa.
Por un lado, no sabemos exactamente cuántos franceses viven en el extranjero, ya que una proporción importante de ellos no están inscritos en las listas consulares.
Por otra parte, no existen estadísticas religiosas en Francia: por lo tanto, no sabemos cuántos franceses son musulmanes. De todos modos, la pregunta de “cuánto” no era la que más nos interesaba. Lo que queríamos entender es “por qué” estos musulmanes franceses están abandonando su país.
¿Exactamente por qué deciden establecerse en el extranjero?
Se trata, sobre todo, de huir de la “islamofobia atmosférica”. En nuestras entrevistas, los encuestados mencionan con mucha frecuencia el discurso político y de los medios hostil al Islam y a los musulmanes. Este clima se exacerbó tras los ataques de 2015 y provocó una marcada aceleración de las salidas.
La discriminación experimentada personalmente, particularmente en el mercado laboral, también contribuye a la decisión de irse. Entre los musulmanes, ciertas categorías experimentan un estigma especialmente severo y, por lo tanto, tienen más probabilidades de irse. Este es particularmente el caso de las mujeres que usan velo. Este es también el caso de los conversos que de repente, durante la adolescencia o la edad adulta, experimentan una discriminación que no habían sufrido durante la infancia.
Aún así, muchas personas no se van por un solo motivo. Además del deseo de escapar de la islamofobia, se han esgrimido motivos iniciales adicionales. Algunos encuestados, una minoría, creen que sólo podrán encontrar su realización religiosa instalándose en un país musulmán. Otros, más numerosos, también se van para aprender inglés, para vivir aventuras o para aprovechar nuevas oportunidades profesionales.
Te queda el 74,07% de este artículo por leer. El resto está reservado para suscriptores.