«¡Perdón por el reu, mi hija tiene kung fu!» »


Esta foto es de la serie “Papás ​​suecos” de Johan Bävman, publicada en 2014. En Suecia, un padre se toma al menos noventa días libres cuando nace su hijo.  Solo un pequeño porcentaje opta por quedarse en casa durante seis meses o más, a pesar de los pagos de incentivos.  Ola Larsson es uno de ellos.  Este comprador se tomó ocho meses de licencia de paternidad para cuidar a Gustav.

Riad se considera afortunado. Suerte que sus hijos, de 12, 9 y 7 años, nacieron en periodos de «menos necesidades» en el trabajo. Gracias a esto, este trabajador ferroviario de la región de París de 39 años pudo tomar su permiso de paternidad, dos semanas en ese momento. Recientemente, un colega, que hace el tres por ocho como él, pudo tardar solo tres días en el nacimiento de su hijo. Riad (que, como otros interlocutores, pidió el anonimato) también tiene la suerte de no ser mujer, ni padre solo. Una colega, a la que se le había negado cambiar a horario diurno, vino a trabajar con su bebé, porque pagarle a una niñera le habría reducido el trabajo nocturno a -20 euros. Algunos padres solteros dejan a sus hijos adolescentes solos por la noche, sintiéndose enfermos del estómago.

Ferroviario desde los 27 años, Riad trabaja como guardagujas en Le Bourget, en Seine-Saint-Denis. Subió al 80% en 2020. Varios de sus compañeros varones han optado por el trabajo a tiempo parcial (80% o 91%). “Estoy perdiendo dinero, pero es para la educación de los niños. Para mi padre, que venía del Magreb a trabajar, era inconcebible quedarse en casa. Para nosotros, hoy, la educación se comparte entre los dos padres., dice este vecino de Noisy-le-Sec. A veces le preguntan por qué su esposa no puede cuidar a los niños.

Estos comentarios sexistas no son prerrogativa ni de una generación ni de una categoría socioprofesional. También en esta ciudad de Seine-Saint-Denis, Sylvain, de 43 años, académico y escritor, describe la confusión que sienten sus compañeros cuando les explica que los miércoles no tiene libre, porque tiene que llevar a su hijo al fútbol y a su hija al kung fu, o cuando sale temprano de una reunión para recogerlos de la escuela. Se argumenta que no puede ser “un gran padre y un gran investigador”. “Pasó que me dijeron: ¿por qué no es la madre la que los va a buscar?él dice. Y, sin embargo, me desenvuelvo en un entorno profesional muy femenino. » Sylvain considera que ha logrado conciliar vida familiar y laboral. Sin embargo, a costa de algunos ajustes: en la universidad dedicaba más tiempo a proyectos de trabajo colectivo que a conferencias. Sus días son más cortos pero más eficientes. Este año, pasa su autorización para dirigir la investigación. «Mi carrera avanza más lentamente que la de alguien que no tiene hijos o que se la echa a su cónyugeél admite. Lo hago por compromiso pero también por placer: ¡me gusta estar con ellos! Y no durará para siempre. »

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