«Derramó el té en la estación de bombeo por culpa del perro», recordó el testigo ante el tribunal de Innsbruck. «Así que le dio una patada en el estómago al amigo de cuatro patas y simplemente dijo que podía hacer lo que quisiera con su animal». Según sus propias declaraciones, el trabajador temporal simplemente no podía ni quería mirar hacia otro lado.
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