Por qué el creador de James Bond, Ian Fleming, originalmente no quería que Sean Connery interpretara a 007


Fleming imaginó a alguien como Richard Burton o David Niven como Bond, e incluso le gustó la elección de Cary Grant por parte de los productores Albert Broccoli y Harry Saltzman. Aunque Connery se ganó a Broccoli y Salzman a través de una entrevista desinteresada con los productores, Fleming no estuvo de acuerdo. «Estoy buscando al Comandante Bond y no a un especialista demasiado grande», dijo el autor sobre el casting, y lo descartó de plano.

Luego recayó en doctor no El director Terrence Young para demostrarle a Fleming que Connery podría convertirse en el hombre que quería. «Tenía una idea muy clara de lo que debería ser un viejo etoniano», dijo Young a Rolling Stone. en 1983. “Así que llevé a Sean con mi camisero, mi sastre y mi zapatero, y lo completamos”.

La mirada ayudó a convencer a Fleming, pero no tanto como ver a Connery en acción como a Bond. Connery capturó la brutalidad de Bond, una aspereza que los refinamientos externos nunca pudieron ocultar por completo. Ya sea que esté intimidando a mujeres o a oponentes de baccarat, Connery interpreta a Bond como un hombre que hace lo que sea necesario para hacer el trabajo.

Con el paso de los años, a Fleming le gustó tanto Connery que empezó a cambiar su descripción de Bond en la página para que coincidiera con la apariencia del actor. Incluso más tarde reveló el linaje escocés en la herencia de Bond, un verdadero gesto de aprobación hacia el actor. Por su parte, Connery no reprochó al autor la desgana. «Un snob fantástico», dijo Connery sobre Fleming en 1983; “Pero muy buena compañía: conocimientos tremendos, hablaba alemán y francés, una vez conseguí una entrevista con Stalin cuando trabajaba para Reuters”.

¿Significa este cambio de opinión que Fleming estaba equivocado acerca de sus reservas? Por supuesto que no. Todo el mundo, desde el autor hasta el lector, tiene una determinada visión de los personajes que ama, y ​​es natural preferir uno sobre otro. Sin embargo, sí demuestra que nunca existe una versión platónica de un personaje ficticio y que algo maravilloso puede suceder si nos arriesgamos con una versión diferente. Esa es una lección que todos haríamos bien en recordar cuando comience la próxima era de Bond.



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