Herbert Langenberger es uno de esos médicos a los que todavía les brillan los ojos cuando muestran a los invitados su departamento. Mamografía, tomografía computarizada, resonancia magnética: hay dispositivos en la clínica de Ottakring que cuestan un millón de euros y disparan imágenes del cerebro en tres segundos.
El jefe de radiología y su equipo utilizan la última tecnología para examinar los rincones más profundos del cuerpo humano, mientras que otra enfermedad ha sido visible a simple vista durante mucho tiempo: la del sistema de salud de Viena.
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