Reforma de pensiones: «Ante la actitud del Ejecutivo, es difícil imaginar que el enfado que siente la población amainará»


Las autoridades contabilizaron 368.000 manifestantes (más de un millón según los sindicatos) marchando contra la reforma de las pensiones el sábado 11 de marzo. Cuatro días después del récord de participación registrado el martes en la Francia metropolitana, donde las distintas procesiones habían reunido entre 1,28 millones y 3,5 millones de personas, este séptimo día de movilización habrá visto una de las participaciones más bajas desde el comienzo del movimiento. En vísperas de una nueva ronda social, ¿debemos ver un desánimo en la protesta contra un gobierno sordo a las demandas de la calle? ¿O el anuncio de una metamorfosis en la expresión del descontento? Sin descartar un repunte de la movilización, Karel Yon, sociólogo e investigador del CNRS, se plantea una “diversificación de las formas de protesta, con acciones de puñetazos, simbólicas, que se apoyan en pequeños puñados de activistas más comprometidos que los demás. »

Narrativo : Artículo reservado para nuestros suscriptores El rencor de los manifestantes contra la reforma de las pensiones ante un «Gobierno que sigue sordo»

¿Cómo interpretar la importante caída de la movilización del sábado, pocos días después de las cifras récord registradas el martes?

De hecho, observamos una caída muy significativa en la movilización el sábado. Sin duda, muchas esperanzas estaban puestas en torno a la consigna de la intersindicale que iba a “detener a Francia”. Si bien el movimiento huelguístico fue muy claro en ciertos sectores (donde a veces todavía está en curso), uno puede imaginar que hubo un poco de decepción entre algunos de los manifestantes que habían podido tener una lectura maximalista de esta orden. Existía efectivamente una ambigüedad entre quienes lo interpretaban como un llamado a «bloquear el país» y generalizar la huelga y otros que la vieron sobre todo como una protesta simbólica, por ejemplo invitando a los comerciantes a bajar las cortinas durante una manifestación.

La fuerza y ​​la inteligencia de la intersindicale hasta ahora han sido mantener su unidad y permitir que dos visiones coexistan armoniosamente. Tenemos, por un lado, una táctica de convocatoria a la movilización ciudadana, con el cuestionamiento de las autoridades públicas, que implica grandes manifestaciones. La jornada de acción del sábado se inscribe en este marco. Y una táctica gremial, de más movilización salarial, que se basa en la capacidad de bloqueo económico del país. Finalmente, la táctica ciudadana funciona bien para demostrar que hay gente en la calle. Hizo posible ganar la batalla de la opinión. Pero la batalla salarial depende del movimiento de las empresas, que es más difícil de registrar con el paso del tiempo.

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