Reseña de ‘X-Men ’97’: la serie de Disney+ logra un equilibrio ganador entre la nostalgia afectuosa y el dinamismo fresco


Si eres un millennial de cierta edad, es muy probable que Disney+ X-Men ’97 provocará escalofríos nostálgicos casi sin intentarlo: el tema principal solo, tomado del original X-Men: La serie animadaserá suficiente para transportar a algunos de nosotros, Ratatouille-estilo, en recuerdos de los sábados por la mañana dándose atracones de dibujos animados mientras tomaban cereal azucarado.

Pero como lo demuestran una nueva versión fallida o un reinicio mediocre tras otro, lograr que la gente recuerde que antes les gustaba un programa es una cosa. Lograr que esas personas se enamoren nuevamente de él y reclutar nuevos fanáticos en el camino es otra completamente distinta. Es, pues, un testimonio de la precisión de X-Men ’97Es el acto de equilibrio que realmente lo logra. La serie animada es un retroceso en el sentido más ideal: tan vintage que vuelve a sentirse fresco nuevamente.

X-Men ’97

La línea de fondo

Un divertido retroceso a aquellos días previos al MCU.

Fecha del aire: Miércoles 20 de marzo (Disney+)
Elenco: Matthew Waterson, Ray Chase, Jennifer Hale, Alison Sealy-Smith, Cal Dodd, JP Karliak, Lenore Zann, George Buza, AJ LoCascio, Holly Chou, Isaac Robinson-Smith
Creador: Beau De Mayo

Aunque se anuncia como una continuación de La serie animada, X-Men ’97 Afortunadamente, no requiere repasar la intrincada historia de finales del siglo pasado. Tampoco se preocupa por las historias de origen y los acontecimientos anteriores. En cambio, el creador Beau DeMayo asume correctamente que la mayoría de las audiencias en 2024 estarán familiarizadas con el concepto básico de los X-Men, que han sido objeto de más de una docena de funciones de acción en vivo y derivados desde que la caricatura salió del aire. Otros detalles necesarios se incluyen a través de un diálogo expositivo, gran parte de él dirigido a Roberto (Gui Agustini), un personaje mutante recurrente que, en paralelo con la introducción de Jubilee (Holly Chou en esta versión) en 1992, convenientemente no sabe nada sobre los X-Men. antes de que lo salven en los primeros minutos del estreno.

Además, la historia comienza en un punto tan crucial que parece un nuevo comienzo. Como X-Men ’97 comienza, el equipo todavía se está recuperando de la pérdida de su líder idealista y fundador, Charles Xavier (Ross Marquand), cuya casi muerte cerró la temporada de 1997. Serie animada final. Sin embargo, han seguido adelante en su trabajo bajo el liderazgo más inestable de Cyclops (Ray Chase), el protegido de ojos láser de Xavier, y los tres episodios enviados a los críticos (de 10) se dedican a los asuntos de X-Men como de costumbre: salvar el mundo y al mismo tiempo salvarse a sí mismos y a los de su propia especie. de el resto del mundo, dado que una proporción no insignificante de humanos considera a los mutantes como una amenaza existencial.

La difícil situación de los X-Men se hace eco de muchos casos de injusticia del mundo real y, como metáfora, esa flexibilidad juega como una fortaleza y una debilidad. Por un lado, el tema es más duradero por ser tan infinitamente aplicable. Cuando Roberto protesta diciendo que “nació así” o un fanático burlón le dice a la diosa del clima Storm (Alison Sealy-Smith) que la tolerancia es sólo “una moda pasajera”, esos momentos obtienen poder de las conexiones que hacemos en nuestras propias mentes con la opresión. de gente queer, gente de color, mujeres, etc. Por otro lado, la agudeza de los comentarios de la serie parece menos efectiva por ser bastante vaga, aunque X-Men ’97La decisión de dejar de lado al conciliador Xavier mientras empuja a su mejor amigo más militante, Magneto (Matthew Waterson), a la vanguardia parece apropiada para la atmósfera intensamente polarizada de 2024.

Pero si el análisis sociopolítico no es X-Men ’97Su fuerte son las travesuras jabonosas. Ver a los X-Men rastrear a los extremistas que construyen Centinelas antimutantes, o desplegar sus poderes para salvar a los humanos de las desvencijadas norias, no es tan divertido como verlos simplemente rebotar entre sí dentro del cuartel general/campo de entrenamiento/escuela/hogar. Lo llaman la Mansión X. En los momentos más tranquilos, se burlan unos de otros mientras comen patatas fritas o desahogan sus rivalidades en la cancha de baloncesto. En los más pesados, cavilan sobre triángulos amorosos, un embarazo y una solicitud impactante dejada en un testamento. (Siendo los X-Men quienes son, esos giros se complican aún más por el viaje en el tiempo, la manipulación psíquica y un doble malvado). Todo esto se presenta precisamente en el tono entre serio y juguetón. X-Men ’97 sabe exactamente cuán exageradas son estas historias y abraza su calidad operística sin el sarcasmo tímido que define gran parte de la producción de acción en vivo de Marvel.

De hecho, parte de lo que hace X-Men ’97 tan divertido es cuanto no Siéntete como lo que hemos estado viendo durante las últimas dos décadas y media de dominio de los superhéroes. Es veloz, a diferencia de los éxitos de taquilla de nueve cifras y los dramas de una hora que representan tanta narración de superhéroes en estos días, y que no están cargados de huevos de Pascua o preparativos para spin-offs. (Al menos por ahora; veremos si los poderes fácticos eventualmente incorporan a estos personajes al Marvel Cinematic Multiverse más grande). La serie es sincera pero no engreída, un poco tonta pero no avergonzada por ello. Su estilo retro brillante y plano, un poco más pulido que la serie de los 90, pero en todo lo demás es una pieza de ella, luce francamente distintivo en un mar de animación “3D” y CG “realista”.

Lo mejor de todo es que funciona en sus propios términos. La serie es en parte drama, en parte comedia de situación, en parte acción y fantasía, todo envuelto en un ágil paquete de media hora tan accesible para el recién llegado casual como para aquellos que han estado esperando 27 años para saber qué sucederá a continuación. La nostalgia por sí misma puede ser una trampa, condenando a propiedades que alguna vez fueron amadas a volver sobre los mismos pasos hasta convertirse en débiles copias de sí mismas. X-Men ’97 escapa a este destino al intentar no repetir el pasado, sino construir a partir de él, y al hacerlo, nos recuerda que un verdadero clásico resiste la prueba del tiempo.



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