«Si no defendemos a Ucrania por nuestros principios, hagámoslo por nuestros intereses vitales»


Tribuna. Desde el 24 de febrero de 2022, los líderes europeos vienen repitiendo una y otra vez que la historia ha vuelto a ser trágica y que la guerra ha vuelto a nuestras vidas. Pero, ¿realmente entendieron lo que eso significaba? Y nosotros ? ¿Entendimos que el futuro de Europa se estaba decidiendo en las ruinas de Mariupol y Kharkiv, en las calles de Kiev? [le nom ukrainien de Kiev] y de Kherson, en los pasillos de las cancillerías y también en los espacios de los Parlamentos, en cada uno de nosotros finalmente?

Decir que no es suficiente, debemos comportarnos y actuar en consecuencia, es decir, hacer todo, todo excepto una intervención militar directa contra la potencia nuclear rusa, para detener a Vladimir Putin en Ucrania. Ahora. Sin prevaricación ni evasión.

Pero, ¿podrán nuestras élites alimentadas con el mito de la paz perpetua hacer frente a la tormenta que durante tanto tiempo se han negado a ver venir? ¿Encontrará Europa la fuerza para salir de este caos que los antiguos griegos situaron en el origen del mundo, o se ahogará en él por la impotencia y la apatía?

Una resistencia que cambia el juego

A estas preguntas, nuestros líderes aún no han dado una respuesta clara. Los ucranianos sí. Imprevista en Moscú como en Washington, su resistencia es la sorpresa que abre una brecha y pone a cada uno cara a cara con sus responsabilidades. Sin ella, nuestros gobernantes habrían consentido una vez más en la derrota de la ley, de nuestros principios y de nuestros intereses. Habrían condenado y luego seguido adelante. Como en Georgia. Como en Siria. Como en Crimea. Es esta heroica resistencia la que cambia la situación.

No enviaremos un ejército para luchar junto a él, pero podemos ayudarlo mucho más que ahora. Ante las dudas estadounidenses sobre los aviones de combate MiG polacos, los europeos deben asumir entregar los aviones, los misiles tierra-aire, las baterías antimisiles que los ucranianos nos piden para intentar cerrar este cielo asesino que estamos dejando. abierto.

Los demagogos que confunden las palabras ‘paz’ con ‘sumisión’ afirman que hacerlo nos conferiría el estatus de ‘cobeligerantes’. Es falso. La carta de la Organización de las Naciones Unidas es clara: cuando una nación soberana es invadida en violación del derecho internacional, suministrarle armas de ninguna manera la convierte en “cobeligerante”. Afirmar lo contrario equivale a aceptar que Putin marca los términos del debate que suscita y del conflicto que impone. Eso es lo que hemos hecho desde que llegó al poder en 1999 y eso es lo que nos ha llevado al borde del abismo.

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