¿Son las máquinas nuestras amigas?


“Intentamos no tener miedo…”, desliza la voz – francesa – de Steve Carell. En los cuarenta años que lleva siendo un pilar del doblaje, Constantin Pappas ha visto revoluciones tecnológicas: bobina de 35 milímetros, vídeo, digital… Pero, por primera vez este verano, se dijo que haría bien en reactivar su proyecto de bed and breakfast en el campo. Échale la culpa a la IA, la inteligencia artificial. Traducción automática inmediata, actores con caras eternas, duplicación de extras, escenarios compuestos por el algoritmo…

Seremos los testigospredice Jean-François Bonnefon, director de investigación en psicología cognitiva de la Escuela de Economía de Toulouse, de un trastorno en la cultura humana que, en términos de importancia, equivale al regreso de los exploradores de China en tiempos de Marco Polo, con las armas cargadas de novedades como el papel moneda y la invención de la imprenta impresa por Gutenberg… Todos los grandes choques culturales que ha experimentado la historia europea se concentrarán en unos pocos años. »

Lo hemos visto con los cinco meses de huelga que paralizaron Hollywood: el mundo de la cultura está patas arriba ante la obsolescencia programada de sus profesiones. » La única cosaintenta tranquilizar a Constantin Pappas, es que si le decimos a Robert De Niro: “Tu voz será utilizada en 37 países en 37 idiomas”, no estoy seguro de que acepte. O se arriesga a pedir una cantidad tan fenomenal que el doblaje seguirá siendo una solución más económica. »

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La llegada al mercado de ChatGPT a principios de año supuso una llamada de atención. Este otoño, ni un festival de cine, ni una reunión de editores, ni una reunión musical que no incluya una mesa redonda sobre inteligencia artificial. Y por todas partes vuelve la palabra, inquietante: «reemplazo». El paralelo con las diatribas de Renaud Camus o Eric Zemmour no es casual. Esta vez la civilización se vería amenazada por la llegada de un mundo de algoritmos. El miedo a una cultura que creemos que nos amenaza, incluso si se trata de estereotipos o prejuicios, se acentúa incluso con la IA, porque nadie sabe realmente cómo es la cultura de las máquinas. Y esta preocupación no puede aferrarse a nada”subraya Jean-François Bonnefon.

Los economistas expertos en tecnología pueden predecir que la IA también creará empleos, según la teoría de la destrucción creativa de Schumpeter, pero el temor está ahí. Sobre todo porque esta vez ya no son las profesiones de ejecución las que están en el punto de mira, sino las profesiones de toma de decisiones o creativas, favorecidas por las generaciones anteriores, que nos parecían las más inextricablemente humanas… Y detrás de este miedo se esconde un miedo mucho más profundo y sordo sentimiento de sustitución: el del ser humano como tal. La extinción de la especie.

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