Si bien muchas de las preguntas de la película se resuelven cuando llegas al clímax, queda un gran misterio. ¿Por qué Alec estaba tan concentrado en arruinar a esta familia en particular? Los phroggers podrían haber elegido muchas casas, entonces, ¿qué los llevó a elegir esta? Nuevamente, la película oculta la explicación a simple vista, haciéndola tan obvia que no se registra hasta que llegas a los momentos finales. Se han desplegado tantos giros en ese punto que la respuesta más clara es confusa.
La última vez que la ciudad vio secuestros de niños con las navajas verdes fue hace unos 15 años. Spitzky, el socio de Greg, siempre se ha atribuido el mérito de encerrar a Cole Gordon, el presunto responsable. Naturalmente, el resurgimiento del caso llevó a la policía a investigar a las víctimas y dónde están ahora. Uno claramente está mentalmente enfermo, apenas puede comunicarse con la policía. El otro es un misterio.
En su casa, Greg finalmente recibe un disparo de Alec en el garaje, justo antes de la llegada de la policía. Spitzky sale de su vehículo para dispararle a Alec en el hombro y luego vuelve a mirar, reconociendo claramente al joven. Han pasado 15 años desde que se vieron.
A medida que la película llega a su final inquietante, los flashbacks muestran a Alec cuando era niño, cruzado con su conducción a una ambulancia cuando era adulto. Nos damos cuenta de que estamos viendo el secuestro y que el perpetrador no es Cole Gordon sino alguien a quien reconocemos: Greg. Los giros a lo largo de la película cambian nuestra perspectiva y comprensión de los personajes. Al principio, la tortura de Alec y Mindy los convierte en villanos que destruyen la vida de una familia. Pero en los momentos finales de la película, queda claro que para Alec fue un acto digno de las mejores películas de venganza.