Hay una honestidad devastadora en «Tokyo Godfathers», especialmente cuando se observa cómo los tres personajes principales responden al encontrar al bebé. El trío acababa de asistir a una representación juvenil de una obra de teatro navideña cuando se encuentran con el niño, por lo que hay algunas metáforas definidas de «Tres Reyes Magos + Niño Jesús» en juego. Gin y Miyuki quieren llevar al niño a la policía a pesar de que ambas tienen una relación tumultuosa con el sistema de justicia penal. Hana, sin embargo, ve al bebé como un milagro, ve al niño como una respuesta a sus oraciones para tener un bebé propio, algo que cree que nunca podría ser posible como mujer trans. Ella llama al niño «Kiyoko», que deriva de la palabra japonesa para «puro». Este niño inocente fue abandonado y, a pesar de sus impulsos inmediatos, los tres tienen como objetivo encontrar a los padres del niño, con la esperanza de evitar que el bebé crezca en las calles.
Satoshi Kon presenta a Gin, Miyuki y Hana exactamente como son y refleja adecuadamente la forma en que la sociedad los trata, incluso si duele. La gravedad de su vida en las calles nunca se pasa por alto, pero «Tokyo Godfathers» no aborda la falta de vivienda como un cuento con moraleja al estilo del miedo. La familia que este trío ha creado puede parecer extraña desde afuera, pero son una familia de principio a fin. Se puede encontrar belleza en esta presentación del neorrealismo, incluso sin endulzar las verdades incómodas que rodean su opresión sistémica.