Tras la oleada de detenciones de manifestantes contra la reforma de las pensiones, abogados y asociaciones denuncian «violencia» y «desvío de procedimiento»


Las imágenes, desoladoras, se multiplican y se vuelven virales. Domingo 19 de marzo por la noche, un policía Brigadas para la Represión de la Acción Violenta (BRAV), en París, derriba su porra sobre tres jóvenes que se han refugiado contra la fachada de un restaurante. ¿Manifestantes o simples transeúntes esperando el final de una carga? Cuando el garrote golpea a un joven y luego acuchilla los muslos de las dos jóvenes, ninguno de los dos parece amenazador, ni presenta el más mínimo peligro. Luego es un puñetazo, lanzado en la cara por otro policía a un manifestante que no parece más agresivo y se desploma en la acera. Por este último hecho, el prefecto de policía, Laurent Nunez, indicó, en BFM-TV, el martes 21 de marzo, habiendo solicitado informe a la Inspección General de la Policía Nacional (IGPN). El Ministro del Interior, Gérald Darmanin, por su parte, recordó que, “si la policía o los gendarmes no respetaran [leur] ética, es obvio que serían sancionados”.

Pero sean cuales sean los resultados de las investigaciones, que tardarán varios meses, si no varios años, en completarse, el daño parece ya hecho en la opinión pública y más allá, hasta la escena internacional: Clément Nyaletsossi Voule, relator especial de las Naciones Unidas (ONU) sobre los derechos a la libertad de reunión pacífica y la libertad de asociación ha declarado que sigue “muy cerca de las manifestaciones actuales” en Francia, ordenando a la policía y a los gendarmes que“evitar cualquier uso excesivo de la fuerza” y evocando la » derecho fundamental « Tiene «protestas pacíficas [que] las autoridades deben garantizar y proteger”.

En seis días, 790 personas fueron detenidas en París: desde el anuncio de la aplicación del artículo 49.3 por la Primera Ministra, Elisabeth Borne, abogados, asociaciones, organizaciones independientes denuncian el despliegue de una serie de técnicas destinadas a frustrar reuniones y manifestaciones, desde prohibiciones absolutas al uso de «trampa»el cerco de manifestantes y, en ocasiones, de simples transeúntes.

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Prohibida por un tiempo, esta práctica fue reintroducida en el arsenal de control de multitudes por el nuevo plan nacional de aplicación de la ley (SNMO) adoptado en septiembre de 2020 por el Ministerio del Interior. Ahora está sujeta a varias condiciones: existencia de «violencia grave e inminente contra las personas y los bienes», desarrollo de un “punto de salida controlado” Y “duración estrictamente necesaria y proporcionada” – tantos criterios de evaluación considerados demasiado vagos para muchos abogados.

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