Vladimir Putin o el ocaso del imperialismo ruso


Analizar. Los sueños expansionistas de Vladimir Putin se detienen aquí, en esta guerra neocolonial contra Ucrania que él mismo lanzó el 24 de febrero. El jefe del Kremlin puede multiplicar los discursos sobre el «grandeza» de Rusia, la empresa no se adhiere a la empresa. Cientos de miles de rusos: 700.000, según estimaciones recopiladas el 4 de octubre por la versión rusa de la revista. Forbes- prefirieron huir de su propio país, y el movimiento no parece querer secarse. Unos se marcharon al inicio de la invasión de Ucrania, por rechazo total a un régimen precipitado que no duda en reprimir, dentro de sus propias fronteras, cualquier forma de protesta; los otros porque no se vieron enrolados a su pesar en un conflicto cuyo sentido no comprenden.

Este éxodo político, el mayor desde la década de 1920, cuando los rusos blancos y los intelectuales huyeron de la revolución bolchevique, es solo la punta del iceberg. El país duda. Solo el cuadrado de silovikilos representantes del aparato de seguridad en el poder y los ultranacionalistas se aferran al relato de la reconstitución de un imperio, repintado bajo la apariencia de un «mundo ruso»con tintes cada vez más apocalípticos.

Saliendo de su silencio – cuarenta días después del asesinato de su hija, Daria Douguina, muerta en la explosión de su automóvil – el ideólogo Alexandre Douguine declaró el 1ejem Octubre en el canal de televisión Tsargrad, al día siguiente del anuncio de la anexión de cuatro regiones ucranianas por parte de Vladimir Putin: “Este no es solo un evento ordinario, (…) es el comienzo de la última batalla de la luz y la oscuridad que se ha definido hoy. »

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Pero la euforia, alimentada por la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014, se ha calmado. El término Novorrusia («nueva Rusia»), tomado de las conquistas de la zarina Catalina II (1729-1796) y luego lanzado por los comunicadores del Kremlin, se apagó, reemplazado por una letra, «Z», cuyo significado es muy difícil de entender, más allá de un cartel de reunión belicosa. Y uno se pregunta hasta cuándo la población seguirá apoyando a su líder, mientras miles de cadáveres regresan del campo de batalla ucraniano y los reveses militares se suceden.

Putin y su visión retrógrada

El 21 de septiembre, frente al Milenio de Rusia, un monumento de 65 toneladas y 15 metros de altura, erigido dentro de los muros del Kremlin de Novgorod, Vladimir Putin intentó una vez más movilizar la mente de la gente, al mismo tiempo que nuevos reclutas militares. Celebrando 1160mi aniversario del estado ruso, citó, sin distinción alguna, figuras del período zarista o del Imperio Rojo, el príncipe Riourik, fundador de la dinastía de los Riourikides, los zares Iván el Terrible y Pedro el Grande, el general ruso blanco Anton Denikin (cuyos restos repatrió en 2005) o el padre de la bomba atómica soviética, Igor Kourtchatov… “Mientras escribía este texto, garabateé y taché nombres como Nicolás II, Lenin, Stalin”advirtió, argumentando que no había suficiente perspectiva histórica para establecer “evaluaciones completas y objetivas” de su acción. Una altura.

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