Que Eveline Eselböck (62) es una restauradora con alma y corazón ya se nota cuando te invita a su casa a tomar un café. Su casa de pueblo en Rust, una joya de principios del siglo pasado, tiene el Sommeliélre amueblado con estilo. Hay un pastel Bundt y donas en la mesa del comedor y ella misma parece que la han pelado del huevo y no se parece en nada a una abuela de seis que acaba de tener una crisis de la vida real…
Corona
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