Ante la séptima ola de Covid-19, el gobierno adopta un perfil bajo sin precedentes desde el inicio de la epidemia


Elisabeth Borne es una mujer metódica. Como la mayoría de las personas ordenadas, el primer ministro aborda un problema a la vez. Tras sus duras negociaciones con los grupos parlamentarios de la oposición para intentar arrebatar una mayoría imposible, la inquilina de Matignon tuvo que hacer frente al Covid-19, la pesadilla de su antecesor en Matignon, Jean Castex. Después de unos meses de calma, la séptima ola del virus arrasa Francia. Los expertos científicos están alarmados por los más de 120.000 nuevos casos diarios, vinculados a la propagación de las variantes BA.4 y BA.5, y temen una posible saturación de los servicios hospitalarios durante el verano.

Pero Elisabeth Borne también es una mujer de sangre fría. Y no parece asustarse ante las cifras que se disparan: +67% de casos de contagio en siete días y, a partir del 26 de junio, +26,3% de hospitalizaciones y +7,8% de ingresos en cuidados críticos, según datos de Salud Pública Francia. Por el momento, el mensaje del Ejecutivo se puede resumir en un llamado a la responsabilidad de todos, sin coacción.

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Después de dos años marcados por el flujo y reflujo de la enfermedad, el gobierno juzga que los franceses han aprendido a vivir con el virus y conocen los peligros. Por lo tanto, por el momento no se trata de imponer la devolución de la máscara en el transporte público, sino solo de recomendarla. Lo mismo ocurre con la vacunación de refuerzo en los mayores. “No iré tan lejos como para que sea obligatorio, pero pido a los franceses que vuelvan a poner la mascarilla en el transporte (…), es casi un deber cívico protegerse y proteger a los demás”, instó, en RTL, el lunes 28 de junio, a la ministra de Salud, Brigitte Bourguignon, llamada a dejar el cargo tras su derrota en las elecciones legislativas. ¿El pase sanitario? Olvidó. En cuanto a confinamientos, toques de queda o cierres de comercios, las medidas parecen ahora prácticas medievales. Nada justifica la implementación de medidas coercitivas, informamos a Matignon.

Un proyecto de ley con dos artículos.

Según el profesor Jean-François Delfraissy, presidente del consejo científico, la actitud del gobierno no es casual. Si el pico epidémico se espera para finales de julio o principios de agosto, «no debería arruinar el verano», piensa el. A pesar de que el hospital está bajo alta tensión, «Creo que aguantaremos», aseguró en RTL el jueves 30 de junio, destacando que gran parte de la población ya estaba vacunada.

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