Catherine Gueguen, pediatra: “¿Qué dirías si tu pareja te encerrara en tu habitación? ¿Por qué les hacemos esto a los niños? »


La pediatra Catherine Gueguen, que ha “acompañados de padres e hijos todos [s]Para siempre «, pide un «verdadera revolución» en Francia, pasar “De una educación punitiva a una educación no violenta”. el autor mas vendido Por una infancia feliz (Robert Laffont, 2014), vendió 176.000 copias, o Carta a un padre joven (Les Arènes, 2020), creada en 2019 un título universitario en apoyo a los padres para pediatras en la Universidad de la Sorbona. Reconocida como una de las voces de la crianza positiva en Francia junto a Isabelle Filliozat, Catherine Gueguen fue objeto recientemente de la psicoterapeuta Caroline Goldman quien, en una entrevista con Mundolo acusa de «desinformación» con padres.

La doctora en psicología infantil Caroline Goldman cuestiona su interpretación de la crianza positiva. En particular, te acusa de «recortar los límites educativos». ¿Qué respondes?

En todas mis conferencias e intervenciones, repito que esta educación no soy yo quien la propugna. Es la comunidad mundial de investigadores, la OMS, Unicef ​​quienes afirman que el adulto debe transmitir valores y referentes, pero sin humillar al niño, y comprendiendo sus emociones. Lo digo y lo vuelvo a decir. Supongo que Caroline Goldman no ha leído mis libros. La crianza no violenta a veces se confunde con la crianza laxa, permisiva y que evita la frustración. Este es un concepto erróneo. No cuestiona la importancia de las reglas, sino la violencia con la que se imponen.

Por ejemplo, ¿cómo calmar a un niño que está teniendo una rabieta (lo que usted llama una “tormenta emocional”)?

El niño necesita que comprendamos sus emociones y sus necesidades. Si hace algo inapropiado, lo apaciguamos. No es sinónimo de ceder. Si está rodando por el suelo y quiere chocolate cuando no es el momento, no se lo damos. Lo calmamos y lo ayudamos a expresar sus emociones. Le dicen: “Entiendo que quieras chocolate, pero este no es el momento” o “Te dolerá el estómago si comes demasiado”. Si empieza a gritar, a teclear, le hablamos en voz baja y le preguntamos cómo se siente: “¿Estás muy enojado conmigo? Nuestra empatía madurará su cerebro. No hacemos grandes discursos, es inútil. La ira disminuirá gradualmente. En cambio, si encerramos al niño en la habitación, sumamos incomprensión y enfado.

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