Las protestas masivas en Tbilisi revelan un profundo abismo entre los sectores pro-occidentales de la población y la élite del poder, que está mirando a Moscú. El gobierno de Georgia está actuando como si quisiera descarrilar deliberadamente la procesión de adhesión a la UE.
Barricadas en llamas, coches volcados, nubes de gases lacrimógenos y manifestantes enfadados, en su mayoría jóvenes, en el centro de Tbilisi: las escenas más recientes en la capital de Georgia casi dan la impresión de una revolución en esta república del sur del Cáucaso. Los manifestantes lograron un gran avance el jueves. El partido gobernante, engañosamente llamado Sueño Georgiano, ha retirado temporalmente su plan para promulgar una ley destinada a hostigar a las organizaciones de la sociedad civil de Georgia. La aprobación de esta ley habría detenido abruptamente a Georgia en su camino hacia la UE y marcado un desarrollo autoritario.