«El amor por las armas es una locura americana, sí, pero no solo»


tuuna vez más, en Estados Unidos, el angustioso regreso de lo mismo. El 24 de mayo, en Uvalde, un pequeño pueblo de Texas, un adolescente de 18 años llamado Salvador Ramos mató con un rifle de asalto a diecinueve niños de la escuela primaria Robb, así como a dos adultos. Diez días antes, Payton Gendron, también de 18 años, había asesinado a diez personas en un supermercado de Buffalo (estado de Nueva York). Este tipo de atentado se repite una y otra vez, en 2021 se produjeron 61 tiroteos [dans des zones peuplées], según el FBI. El amor por las armas es una grave enfermedad estadounidense.

La Segunda Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, documento fetichizado hasta el absurdo -como si en esencia un texto legal estuviera por encima de cualquier modificación-, establece claramente que“Siendo necesaria una milicia bien organizada para la seguridad de un estado libre, el derecho del pueblo a poseer y portar armas no será infringido”. Muy bueno. Recordemos simplemente que este texto data de 1791 y que en modo alguno designa las armas actuales dotadas de un poder inimaginable en la época. Sin embargo, y más allá del Partido Demócrata, la cuestión no interesa a mucha gente en Estados Unidos, en especial a los miembros del Partido Republicano, y menos aún a los de la Asociación Nacional del Rifle, destacados cabilderos del ideal de las armas para todos.

Este estado de cosas, tuve la oportunidad de ver a mí mismo. Con la idea de hacer un libro de eso más tarde, después de muchas dificultades, logré integrar una escuela de francotiradores que hacía estragos en las afueras de Phoenix, Arizona. Muchos pueden juzgar la experiencia absurda, pero continué con el mismo enfoque de inmersión que había emprendido con las personas sin hogar en París a principios de la década de 2000. Como antropólogo, creo profundamente que no entendemos lo que no hemos experimentado directamente. . Así que me presenté como un fanático de las armas, disgustado por no poder dar rienda suelta a mi pasión en Europa. Y así fui aceptado en una de las mejores escuelas remotas de asesinos del mundo.

Exceso y caricaturas

Durante dos estancias, en 2012 y 2016, realicé allí tres cursos y tengo los diplomas de francotirador/contrafrancotirador, francotirador avanzado e instructor que así lo acreditan. Fue sumergirse allí en la América profunda, la de todas las caricaturas y todos los excesos. Por allí circulan en masa camionetas pick-up, con un arma colgando de la luneta trasera, justo detrás de la cabeza del conductor. Del mismo modo, se considera el más chic llevar una pistola discreta enrollada en la bota de vaquero o, más evidente y, por tanto, más viril, llevar una Smith & Wesson clavada en el cinturón de los vaqueros.

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