El crecimiento mundial se debilita por el endurecimiento de las políticas monetarias


Las perspectivas de la economía mundial siguen siendo muy inciertas, a juzgar por las previsiones discordantes que acaban de publicar con pocas horas de diferencia la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, miércoles 7 de junio) y el Banco Mundial (martes 6 de junio) . Para la primera institución, con sede en París, “La evolución de la economía mundial ha comenzado a mejorar, pero la recuperación sigue siendo frágil”, mientras que el segundo se preocupa por un crecimiento que “se ha ralentizado significativamente” respecto a 2022 y advierte de un “Riesgo de aumento de la tensión financiera en economías de mercados emergentes y en desarrollo”.

El aumento del producto interior bruto (PIB) mundial debería frenarse hasta el 2,1 % en 2023, según la institución de Washington, mientras que no debería ser inferior al 2,7 % para la OCDE. Cualquiera que sea la hipótesis adoptada, el escenario es el mismo: el de un año 2023 en la parte baja de la ola, donde el crecimiento debería ser inferior a su nivel de 2022, para volver a repuntar, en 2024, a una tasa entre el 2,4% y el 2,9%. %

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Un cuadro general que esconde, sin embargo, importantes disparidades geográficas. Asia, y en particular India y China, sigue siendo el principal motor del crecimiento global, ya que aporta dos tercios. Rendimiento frágil. En una nota publicada a fines de mayo, el Fondo Monetario Internacional advierte contra un “mayor riesgo de incumplimiento” empresas de la región, debido a su alto endeudamiento, “mientras la política monetaria y las condiciones financieras se mantengan ajustadas”. Una señal de esta incertidumbre: las autoridades chinas indicaron el miércoles que las exportaciones de China volvieron a caer en números rojos en mayo. Una primera desde febrero.

Alta inflación

Por otra parte, el Banco Mundial está preocupado por el destino de los países de América Latina, el sur de Asia y el África subsahariana, que sufren la caída de la demanda internacional, el aumento de los precios y el agotamiento de la inversión extranjera. Finalmente, se amplía la brecha entre los países desarrollados, que han resistido mejor que otros la crisis ligada a la pandemia del Covid-19, gracias a sus programas de apoyo, y los países de bajos ingresos. Para un tercio de ellos, el PIB per cápita debería permanecer, en 2024, aún por debajo del nivel de 2019, justo antes de la pandemia. El crecimiento de los países emergentes -excluida China- no debería superar el 2,9% en 2023, según el Banco Mundial, frente al 4,1% de 2022.

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El crecimiento internacional dependerá en gran medida de la orientación de las políticas monetarias y, por tanto, del nivel de inflación. ¿Seguirán los bancos centrales elevando sus tipos para frenar la subida de los precios, incluso si eso significa paralizar aún más la actividad económica? A pesar de que los precios de la energía han bajado desde los máximos alcanzados al comienzo de la guerra en Ucrania, y a pesar de las recientes subidas de tipos de interés que no han sido tan significativas en tan poco tiempo durante las últimas cuatro décadas, la OCDE concluye “que en los últimos dieciocho meses la inflación subyacente ha sido superior a la esperada” Y “podría ser más persistente de lo esperado”.

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