El infierno de los viajeros palestinos a las puertas de Gaza


Esta mañana de verano, cientos de palestinos se apiñan bajo un toldo en el cruce fronterizo de Rafah entre la Franja de Gaza y Egipto. La luz del sol se filtra a través de agujeros oxidados en la chapa. Hombres y mujeres agitan en vano abanicos. Ancianos y enfermos se estiran sobre sus pesados ​​equipajes. Las familias han atado cintas de colores a las asas de las maletas, para reconocerlas entre la multitud. Esperan en la aduana.

Delante de ellos, un camino serpentea a través del desierto del Sinaí en Egipto. Les esperan unas vacaciones en Sharm El-Sheikh, o un médico en un hospital de El Cairo, un trabajo en el extranjero o su familia emigrante. Pero para llegar a uno u otro, tienen que pasar por un pequeño infierno del que sólo Gaza tiene el secreto.

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El camino desde El Cairo podría tomar seis horas. En realidad, el viaje dura como mucho un día, a veces cinco. Depende de la buena voluntad del ejército egipcio. Los habitantes de Gaza intercambian historias terribles sobre este pasaje: humillaciones, días de espera bajo el sol, sin acceso a letrinas, extorsión. El viaje cuesta al menos cien euros. Algunos pagan más de mil euros por un «servicio VIP», prestado por una empresa vinculada a la inteligencia militar egipcia. “Es el precio de un viaje digno, dijo un notable con un suspiro, implorándonos que no mencionáramos su nombre. Si llego a la lista negra del ejército egipcio, estoy acabado: nadie puede sacarme. »

Veintiocho visas para cuatro personas

De estos abusos, Hamas, el movimiento islamista en el poder en Gaza, no dice una palabra, como tampoco los periódicos locales. En las redes sociales, los viajeros exasperados se permiten vagas alusiones. Rafah es un tabú. Aparte de unos pocos miles de ellos que pueden acceder a Israel, los habitantes de Gaza no tienen otra puerta abierta al mundo. Son unos 700 para recorrerlo todos los días este verano. Incluso durante los recientes bombardeos israelíes contra la Yihad Islámica, Rafah permaneció abierta. Estos viajeros representan solo una gota de agua, entre dos millones de personas retenidas por Israel bajo bloqueo, en buen entendimiento con Egipto, desde que Hamas tomó el control del enclave en 2007.

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Mohammed Arafeh se expresa sin miedo. Su hijo murió en Rafah el 6 de marzo. Ammar tenía 16 años. Sufría de insuficiencia renal desde su nacimiento. La Autoridad Palestina había accedido a pagar 80.000 euros por un trasplante en El Cairo. No era suficiente, pero se las arreglarían con eso. El líder de Hamás en Gaza, Yahya Sinouar, había obtenido personalmente los permisos para la familia de las autoridades egipcias. “Estaba visitando a su padre, que estaba postrado en cama junto a Ammar, en el hospital Al-Shifa en Gaza”. dijo el Sr. Arafeh.

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