El precio de la hoja de coca en Colombia ha caído drásticamente


La materia prima para la producción de cocaína la cultivan principalmente pequeños agricultores pobres de regiones remotas. Con la caída de los precios, se pierden sus medios de vida.

Los cultivadores de coca suelen vivir en condiciones precarias: un campo de coca y un alojamiento sencillo cerca de Tumaco, Colombia.

Mauricio Dueñas Castañeda / www.imago-images.de

En los últimos doce meses, el precio de las hojas de coca ha caído dramáticamente en Colombia. Dependiendo de la región, las hojas ahora solo se venden entre un tercio y la mitad del precio que tenían a principios de 2022. Colombia es el país productor más importante de cocaína: es responsable de las tres quintas partes de la producción mundial. Uno estudio publicado recientemente por Bloomberg llega a la conclusión de que la cocaína pronto podría sustituir al petróleo como el producto de exportación más importante del país andino. Estamos hablando de un valor de exportación de 20 mil millones de dólares.

La caída de los precios tiene consecuencias dramáticas para varios cientos de miles de colombianos, la mayoría de los cuales viven en condiciones precarias en zonas selváticas poco desarrolladas. Hasta ahora, han sido principalmente los pequeños agricultores pobres de estas regiones remotas quienes han plantado arbustos de coca para recibir dinero para bienes esenciales además de su agricultura de subsistencia. Los compradores de los cárteles de la droga suelen adquirir las hojas en el acto y se encargan de su transporte y transformación en cocaína. Esto ahorró a los agricultores los tediosos viajes a mercados lejanos.

Según estimaciones de la oficina de la ONU responsable de las drogas y el crimen, ONUDD Alrededor de 200.000 hogares viven total o parcialmente del cultivo de hojas de coca. Además, hay un número aproximadamente igual de familias que dependen indirectamente de ella, por ejemplo como trabajadores de la cosecha o como proveedores de fertilizantes, equipos y plantas. Para muchos agricultores, la situación es ahora tan dramática que el Estado colombiano tiene que proporcionar ayuda humanitaria si quiere evitar una crisis de hambre.

Razones de la bajada de precios

El colapso de los precios tiene muchas razones, algunas de las cuales varían según la región. Sin embargo, el enorme aumento de la superficie cultivada juega sin duda un papel importante, lo que ha provocado un exceso de oferta. Según la ONUDD el área creció un 43 por ciento en 2021 y otro 13 por ciento en 2022. Esto a pesar de un aumento más lento en la demanda global de cocaína.

El exceso de oferta probablemente sea, entre otras cosas, una consecuencia de la lucha contra las drogas del nuevo presidente colombiano, Gustavo Petro. Ha reducido la destrucción de las plantaciones de coca y quiere poner más énfasis en la confiscación de las exportaciones de cocaína en alta mar. Los observadores también han notado que los carteles de la cocaína están plantando cada vez más plantas de coca, compitiendo así con los agricultores locales.

La caída de los precios también puede ser una consecuencia a largo plazo del acuerdo de paz con las guerrillas de las FARC en 2016. Las FARC estaban muy involucradas en el tráfico de drogas y tenían una posición virtual de monopolio. Esto le permitió mantener los precios estables. Ella también tenía interés en eso. Al proteger a los agricultores de las fluctuaciones masivas de precios, pudo retenerlos. Ahora hay muchos grupos criminales pequeños que compiten en el tráfico de drogas y que tienen muy poco “poder de mercado” para fijar el precio.

Oportunidad de cambiar a productos legales

La grave crisis humanitaria en las zonas periféricas desatendidas por el Estado brindaría ahora al gobierno una excelente oportunidad para promover la transición a productos agrícolas legales. Hasta ahora, estos intentos a menudo han tenido menos éxito porque el acceso al mercado para productos legales es difícil para los agricultores y el cultivo de hojas de coca es más interesante desde el punto de vista económico. Sin embargo, para variar, el gobierno tendría que lanzar rápidamente programas de apoyo, porque es probable que el precio se recupere nuevamente a medio plazo.

Para que tal cambio sea sostenible – es decir, si queremos evitar que los agricultores vuelvan a utilizar hojas de coca en la próxima oportunidad – se necesitan inversiones importantes. El Estado tendría que construir mejores carreteras hacia estas regiones periféricas, así como escuelas y centros de salud. Los agricultores tendrían que recibir títulos de propiedad, apoyo técnico y préstamos. Además, sería necesario crear un sistema de justicia para poner fin a la situación de anarquía en las zonas periféricas. En definitiva, una tarea hercúlea.



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