Foto: Robert Perry/Getty Images
Si tiene curiosidad sobre lo que sigue para el hijo favorito de la reina, ahora que ella ya no está para protegerlo, la procesión fúnebre del lunes en Escocia le dio un vistazo. El príncipe Andrew, que ha pasado los últimos años hablando torpemente de su supuesta participación en la red de tráfico de menores de su amigo Jeffrey Epstein, caminaba detrás del ataúd de su madre cuando alguien gritó: “¡Andrew, eres un anciano enfermo!”.
Posteriormente, el provocador fue arrestado y, mientras estaba esposado bajo la supervisión de la policía, hizo una declaración breve pero convincente, y le dijo a un reportero que «no se debe permitir que los hombres poderosos cometan delitos sexuales y se salgan con la suya».
Es cierto que, a pesar de haber pagado recientemente un acuerdo multimillonario por abuso sexual relacionado con sus vínculos con Epstein, Andrew ha experimentado pocas consecuencias. Fue despojado de sus títulos reales y militares en enero después de que un juez de Manhattan dictaminara que la demanda por agresión sexual de Virginia Giuffre en su contra podía seguir adelante; por lo tanto, fue el único de los hijos de la reina que no vistió uniforme militar durante la procesión del lunes. Pero la reina también le ofreció todo tipo de protección, incluido un lugar para esconderse de los abogados que intentaban entregarle documentos judiciales, un lugar en la nómina del palacio e incluso una aparición pública ocasional. Algo me dice que hay muchos más alborotadores esperando entre bastidores.
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