En Bruselas se desata la guerra nuclear entre Alemania y Francia


Desde que Alemania decidió eliminar gradualmente la energía nuclear tras el desastre de Fukushima en Japón en 2011, París y Berlín han estado luchando constantemente por el tema del átomo. En los últimos meses, este enfrentamiento diplomático, político y económico ha adquirido una intensidad poco común, mientras la lucha contra el calentamiento global y la guerra de Ucrania empujan a Europa a deshacerse de los combustibles fósiles. Y es en Bruselas donde se entrega. Chantaje, regateo, lucha por la influencia y altas dosis de comunicación son los ingredientes de esta guerra que mantiene en vilo a los especialistas del sector.

Al menos cinco proyectos legislativos comunitarios en estudio ya llevan la peor parte y luchan por salir adelante: sobre energías renovables, el paquete del gas, los combustibles aéreos y marítimos, el banco de hidrógeno. Y Francia y Alemania preparan sus armas sobre otros dos textos estratégicos que la Comisión Europea presentará próximamente. El primero trata de la reforma del mercado eléctrico europeo, el segundo de cómo desarrollar una industria verde competitiva en la Unión Europea (UE) frente a las ofensivas chinas y estadounidenses.

Algunas de estas regulaciones en construcción se refieren al destino del hidrógeno bajo en carbono, es decir, producido a partir del átomo, para descarbonizar la industria y el transporte de larga distancia, junto con el hidrógeno renovable. Otros serán eminentemente estructurantes para la viabilidad económica del sector nuclear francés y la competitividad de Francia.

Punto de bloqueo preciso

En lo inmediato, los protagonistas de esta guerra se concentran en la directiva sobre energías renovables, mientras que para el lunes 6 de marzo está prevista una nueva reunión de negociación entre la Comisión, el Consejo y el Parlamento Europeo. Dos campos, uno liderado por Alemania y el otro por Francia, chocan, cada uno con una minoría de bloqueo en un punto específico: ¿debería tenerse en cuenta el hidrógeno bajo en carbono para medir los esfuerzos de los Estados miembros para lograr el objetivo del 45 % de energías renovables en sus combinación energética para 2030?

Para Berlín y sus aliados español, luxemburgués o austriaco, solo es elegible el hidrógeno verde, producido con electricidad eólica o fotovoltaica. Inaceptable, responde París y sus amigos, principalmente de Europa del Este y Central, que confían en el átomo para que les ayude a respetar el acuerdo de París. “Prohibir el uso de la energía nuclear, que es una energía que emite menos carbono que la fotovoltaica o la eólica, es una posición climaticida, y absurda”repite la ministra de Transición Energética, Agnès Pannier-Runacher.

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