En el mundo tan masculino de la marina mercante, poco a poco van surgiendo casos de acoso y violencia sexual


EncuestaEn Francia como en otros lugares, las mujeres jóvenes se atreven a testificar, a evocar la cámara agonizante de ciertos barcos y la violencia de las prácticas de novatadas.

Fotos de compañeros de juegos desnudos, miradas sucias y bromas de estilo: “¡Ah, pero no tienes pelotas! ¿Qué haces a bordo? », Suzanne –los nombres de pila de las víctimas francesas han sido cambiados– las soportó al principio. No es realmente una elección. Fue en 2008, el año de su 19 cumpleaños. Estudiante de oficial, jugó en grande durante sus primeros embarques. Sus compañeros en la marina mercante, en su mayoría hombres, la evaluarían y juzgarían. Ella se arrepiente hoy, pero, sí, tomó esas obscenidades durante mucho tiempo sin decir una palabra. Y luego, esta noche de escala en Dakar, el 20 de marzo de 2013…

Suzanne está de servicio. Hace una última ronda, luego se va a descansar a su camarote, donde suena una campana al menor incidente. A las 2 de la mañana, sintiéndose como una presencia, abre los ojos y descubre el rostro del jefe de mecánicos inclinado sobre el suyo. El marinero apesta a alcohol. Se pasa la mano por el muslo. Suzanne se sienta, exige que se vaya, pero el hombre persiste. “Salí corriendo y logré sembrarla en los pasillos. Después, volví a mi cabaña y cerré la puerta con llave, aunque nos pidieron que no lo hiciéramos, porque es peligroso en caso de incendio. »

Frente a Mundo, Suzanne se expresa a toda velocidad; sus palabras chocan. Han pasado nueve años, pero la joven todavía parece asustada. Sus manos tiemblan, su boca se tuerce de emoción. Ella eligió encontrarnos a mediados de mayo en Brest, frente al puerto, lo más cerca posible de los barcos y el mar, sus pasiones de la infancia. Durante varios meses, dejó de navegar. “Recientemente, probé suerte en un barco costero, pero no me importa la más mínima broma descarada, y los carteles de chicas desnudas, no puedo soportarlo más…” En 2013, Suzanne no se había atrevido a denunciar el ataque al jefe de máquinas, pero lo que vio, escuchó y sufrió en otras travesías terminó por convencerla de hablar, aunque ahora peligre el resto de su carrera.

El 7 de marzo de 2022, esta valiente mujer, que había alcanzado el grado de teniente, fue citada por la gendarmería de Brest, encargada de investigar, a petición de la fiscalía, el «asunto Genavir», como ahora se denomina en el pequeño círculo de la marina mercante francesa, rara vez acostumbrado a hablar de esta manera. Filial al 100% del Instituto Francés de Investigación para la Explotación del Mar (Ifremer), Genavir es propietaria de su flota oceanográfica, compuesta por nueve edificios, todos ellos valiosos laboratorios flotantes para los científicos. Fue a bordo de uno de ellos que Suzanne fue atacada, aquella famosa noche de 2013, en Dakar.

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