En Lyon, alerta humanitaria en el interior del nuevo centro de detención administrativa


Encargado hace un año, el nuevo centro de detención administrativa (CRA) en Lyon, discretamente ubicado cerca del aeropuerto de Saint-Exupéry, está experimentando serios problemas humanitarios, como descubrió Sylvie Guillaume durante una visita sorpresa, el viernes 3 de marzo. Al entrar en el recinto ultraseguro, como le permite su condición de parlamentaria, la eurodiputada (Partido Socialista, Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas) conoció que los ponentes de la asociación Forum Réfugiés habían suspendido su actividad en varias ocasiones desde el inicio de este año, debido a la inseguridad. Y que una empresa privada proporcione atención médica, reemplazando al personal del hospital que no puede contratar a los hospicios civiles de Lyon (HCL), debido a las reticencias que inspira el lugar, rodeado de altos muros erizados de alambre de púas.

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Encargado de asistir a una población en tránsito, el personal tiene la impresión de ejercer en un ambiente carcelario, sin los medios de la administración penitenciaria, bajo la presión permanente de un comportamiento impredecible. “El Ministro del Interior ha dado instrucciones para detener sistemáticamente a las personas detenidas por perturbar el orden público, lo que está provocando un profundo cambio en la población afectada”, señala Sylvie Guillaume, miembro de la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior del Parlamento Europeo. Varios trabajadores le han denunciado casos de agresión, tráfico de drogas e intentos de suicidio, no confirmados por la policía.

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En 2022, el CRA de Lyon, que tiene 140 plazas, contabilizó el 32% de las personas que salen de prisión, un récord. Allí se concentra una sociología explosiva que mezcla delincuentes, drogadictos y migrantes en apuros. En la sala de control, la policía fijó en la pared los perfiles considerados más peligrosos, entre ellos un ex detenido con expediente S y un individuo con trastornos psíquicos. “Las interacciones han cambiado. Es difícil razonar con las personas detenidas y no soportan la frustración. En su cabeza, tienen derecho a todo. Es imposible prever la libre circulación entre los locales. Algunos grupos con diferentes antecedentes se pelean entre sí cuando se cruzan”, indica al diputado el jefe de los 195 agentes de la policía de fronteras (PAF) encargados de la vigilancia permanente del lugar. Los muebles están permanentemente dañados y reemplazados, las paredes están sucias.

“Muchos sufren de enfermedades mentales”

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