El jueves 31 de agosto, uno de los edificios más emblemáticos de Toulouse, el monumento a la gloria de los combatientes del Alto Garona, iniciará un desplazamiento de 33 metros que lo llevará desde su emplazamiento actual hasta su lugar de “almacenamiento” temporal. Este imponente arco de triunfo (17 metros de largo, 12 de ancho y 16 de alto) y un peso de 1.330 toneladas se trasladará en tres horas. Esta traslación extraordinaria viene impuesta por la construcción de la tercera línea de metro de la Ciudad Rosa, una de las estaciones, François-Verdier, estará situada directamente encima de la construcción, a 35 metros bajo tierra.
Levantado entre 1923 y 1928, este edificio originalmente estaba destinado a rendir homenaje a todos los combatientes de la guerra de 1914-1918, vivos o muertos, en el departamento. Sin embargo, muchos se apresuraron a considerarlo un monumento a los caídos, para disgusto de su diseñador, el arquitecto Léon Jaussely (1875-1932). Erigido en las callejuelas Forain-François-Verdier, cerca del centro histórico, combina el Art Déco con la arquitectura romana antigua, en particular en lo que respecta a las esculturas de cuatro artistas locales, André Abbal, Jean-Marie Fourès, Henri-Raphael Moncassin y Camille Raynaud. .
La creación de la estación de metro amenazaba su integridad y la conservación del monumento fue confiada a Arc&Sites. Se han estudiado varias hipótesis: mantenimiento in situ de enormes pilotes de hormigón, desmontaje y montaje piedra a piedra, desplazamiento de la estructura… Veinte expertos, bajo la dirección de Arc&Sites, han realizado estudios completos del monumento, examinando los archivos de la obra, llevó a cabo numerosas investigaciones sobre sus cimientos, su estado de conservación, sus estructuras examinadas mediante radares de penetración terrestre… Al final, prevaleció el tercer escenario.
Dieciséis gatos para levantar el edificio.
Después de la validación y análisis de más de 300 planos y notas de cálculo, pudieron comenzar los trabajos preparatorios, en particular la retirada de los cuatro trofeos de casi 7 toneladas cada uno. El mayor desafío técnico se refiere a la parte superior del monumento, su ático, que es más pesado que su base. Se ha consolidado en el interior mediante una estructura de madera y en el exterior mediante un exoesqueleto metálico que lo encorseta y lo mantiene suspendido. Como última precaución, numerosos sensores permiten controlar en tiempo real cualquier deformación.
En los últimos días, dieciséis cilindros han elevado el edificio a 1,60 metros para permitir deslizar por debajo nueve plataformas modulares, equipadas con 228 ruedas, que servirán de transporte. Última dificultad: en su recorrido, el monumento deberá girar 90 grados para llegar a su zona de recepción, sin dañar los plátanos del camino.
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