Entre Israel y Líbano, la cuestión de la frontera marítima


La diplomacia ha recuperado sus derechos tras una semana de escalada verbal entre Israel y el movimiento chiita Hezbolá sobre el expediente fronterizo marítimo. Frente al enviado especial de Estados Unidos para temas energéticos, Amos Hochstein, que llegó a Beirut el lunes 13 y martes 14 de junio para relanzar las estancadas negociaciones, el presidente libanés Michel Aoun, el primer ministro Najib Mikati, y el presidente del Parlamento, Nabih Berri, habló con una sola voz. Defendieron una propuesta para delimitar la frontera marítima con Israel y compartir los yacimientos de hidrocarburos que pudiera haber en las disputadas aguas del Mediterráneo. La posición libanesa se puede resumir en una frase: “No hay gas de Karish para Israel sin gas de Cana para el Líbano”.

La llegada a Israel el 5 de junio de la plataforma de gas Energean Power y la perspectiva de que el Estado judío comience a explotar el campo de gas de Karish en septiembre ha dado nueva urgencia a las negociaciones indirectas entre el Líbano e Israel. Después de las advertencias de Beirut contra cualquier “acción agresiva y provocativa” de Israel en aguas disputadas, Hezbollah se ha superado mutuamente. “La resistencia tiene la capacidad financiera, militar, de seguridad, logística y humana para evitar que el enemigo extraiga petróleo y gas del campo de Karish”advirtió su líder, Hassan Nasrallah, al tiempo que hizo un llamado a las autoridades libanesas para encontrar una solución rápida a este problema.

Soñar con un milagro de gas

En respuesta, Israel aseguró que la plataforma Energean Power «no extraerá[it] no hay gas en zona en disputa”pero se dijo a sí mismo “listo para defender sus activos estratégicos”, mientras que el jefe del ejército amenazó al Líbano con “bombardeos sin precedentes”, en caso de un ataque de Hezbolá. El estado judío argumenta que el campo de Karish se encuentra en su zona económica exclusiva (ZEE) e invoca, en apoyo, los reclamos oficiales del Líbano, transmitidos a la ONU en 2011, que se relacionan con un área de 860 kilómetros cuadrados, delimitado por la línea 23. Una demarcación que le daría a Tel Aviv todos los derechos sobre Karish, mientras que el Líbano tendría la mayor parte del campo de Cana.

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Es sobre esta base que se relanzaron las negociaciones indirectas entre los dos países en octubre de 2020, bajo la égida de Washington. Fueron interrumpidos cuando la delegación libanesa, compuesta por expertos militares y civiles, anunció su deseo de reclamar un derecho adicional a 1.430 kilómetros cuadrados, limitados por la línea 29, más al sur, dando dos tercios del campo Karish en Liban. Este reclamo nunca se ha formalizado, ya que el presidente Aoun se negó a enmendar el decreto sobre la delimitación de la ZEE libanesa en la ONU. Un planteamiento destinado a no poner en peligro las negociaciones, mientras el país sueña con un milagro del gas que le permita frenar su derrumbe económico.

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