Errol Morris se enfrenta al mejor novelista de espías en The Pigeon Tunnel


La nueva y divertida película del documentalista contiene la curiosa y polémica entrevista final con David Cornwell, también conocido como John le Carré.
Foto: David Appleby

Las entrevistas del documentalista Errol Morris rara vez son contradictorias, pero hay un desafío implícito en ellas: la promesa de que sus sujetos no sólo serán examinados desde todos los ángulos sino también, cuando sea necesario, presionados. «¿Alguna vez has pensado que podrías estar equivocado?» le preguntó a Fred A. Leuchter Jr., el especialista en equipos de ejecución convertido en negacionista del Holocausto. señor muerte, y obtuvo la sorprendente respuesta de «No, ya superé eso». El potencial de confrontación se ha vuelto más urgente cada vez que ha dirigido su dispositivo característico, el Interrotron, hacia una figura política como Robert McNamara en La niebla de la guerra y Donald Rumsfeld en Lo desconocido conocido. Y ha cometido errores raros como Dharma americano, en el que Morris es incapaz de precisar a un Steven Bannon acicalado, lo cual es aún más frustrante. El foco de su última película, El túnel de las palomases el escritor David Cornwell, más conocido por su seudónimo, John le Carré, bajo el cual publicó novelas de espionaje enormemente populares y que definen el género como El espía que surgió del frío, El jardinero constante, y Tinker, Sastre, Soldado, Espía. Es un enfoque menos tenso que algunas de las otras personas con las que Morris se ha enredado en los últimos años, pero el resultado, sin embargo, se siente como un duelo, uno cuyos riesgos son indeterminados.

Esa sensación de que Morris y Cornwell nunca están del todo de acuerdo sobre por qué están allí es lo más convincente de El túnel de las palomas, una obra breve, divertida y enérgica que sirve como epílogo cinematográfico para su protagonista, que murió en diciembre de 2020 a la edad de 89 años. Comienza con Cornwell y Morris hablando sobre la naturaleza de su relación con Cornwell y explicando: “Necesitaba saber con quién estaba hablando”, y señalando que en diferentes películas, Morris ha sido espectral, presente o divino. Con su habitual voz en off, Morris es decididamente parte de El túnel de las palomas, que comparte título con una memoria fragmentada que Cornwell publicó en 2016, un contrapunto a una biografía de 2015 de Adam Sisman que a Cornwell no le había gustado. Morris dice en un momento que le dijeron que «no ha presionado [Cornwell] Ya es bastante difícil hablar de traición”, aunque no está claro quién le dijo esto y por qué el concepto exige tanta atención. No es que Cornwell, que es inteligente y tiene un aire patricio como resultado de la educación de alto nivel en la que insistió su padre, el estafador, parezca un tema especialmente resbaladizo. Puede que no le hubiera gustado dar entrevistas, pero aceptó de buena gana hacer ésta, que sería la última.

El problema parece más bien que Morris no obtuvo lo que quería o no estaba seguro de lo que quería obtener en primer lugar. Cornwell fue un escritor fenomenal de historias sobre personajes aislados, adictos al engaño y la duda, que trabajaban al servicio de un imperio en ruinas. Su mayor creación, George Smiley, fue un espía brillante que también era rechoncho, modesto y cornudo: un anti-James Bond, que encarnaba todo el trabajo pesado del trabajo y nada del glamour. Cornwell trabajó en inteligencia, en el MI5 y el MI6, aunque confiesa que, como oficial subalterno, no llegó a ver mucho de lo que él llama “el mundo secreto” e inventó su propia versión en sus libros. También inventó detalles sobre su propia vida, admite, o al menos superpuso recuerdos falsos (de la casa en la que creció, de ver a su padre en prisión) encima de cualquier verdad que hubiera allí. Ese padre, Ronnie, ocupa un lugar destacado en El túnel de las palomasllamado así por otro recuerdo vívido y presumiblemente preciso del pasado de Cornwell en el que Ronnie lo llevó a un casino en Montecarlo donde la gente podía disparar junto al agua.

Las palomas serían liberadas a través de túneles y volarían hacia el mar para convertirse en objetivos para los hombres que esperaban arriba. Si escapaban de las balas, los pájaros inevitablemente regresarían al techo del casino, donde nacieron y donde serían atrapados y enviados de regreso a su destino. «El motivo por el que esta imagen me ha perseguido durante tanto tiempo es algo que el oyente quizás sea más capaz de juzgar que yo», dice Cornwell, aunque la forma en que Morris presenta el relato en una recreación evocadora deja pocas dudas sobre por qué. podría permanecer en la mente de alguien. Cornwell, que habla frente a un telón de fondo que parece una colcha loca, es un entrevistado convincente que deja claras las conexiones entre su infancia y su interés por el espionaje, la actuación y la idea de un mundo lleno de incautos o de hilos. -tiradores, sin necesidad de subrayar la relevancia. La película incluye fotografías antiguas, material de archivo y fragmentos de adaptaciones de la obra de Cornwell, recorriendo la vida del protagonista con una inquietud que hace que parezca que Morris estuviera buscando una revelación, o un punto crucial, que nunca pudo encontrar. No fue una sorpresa leer, en la curiosa y irritable entrevista que Morris concedió a David Marchese en el New York Times. Vecesque describió sus dos primeras obras, Puertas del cielo y Vernon, Florida, como las mejores películas que jamás haya hecho. Ciertamente, eran los más idiosincrásicos y los más libres de expectativas o celebridades, mientras que si El túnel de las palomas Es un duelo, es uno que termina en empate.

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