Escándalo Libor-Euribor: una sentencia inglesa arroja incertidumbre sobre las reglas de los mercados financieros


El escándalo del Libor y el Euribor vuelve a estallar. El 27 de marzo, tras una década de procedimientos, un tribunal de apelación británico sorprendió al confirmar la condena de dos comerciantes, Tom Hayes y Carlo Palombo, acusados ​​de haber manipulado entre 2005 y 2009 estos tipos de interés interbancarios, que sirven de referencia para gran parte de los mercados financieros. Esta decisión confirmó el lugar especial que ocupa el Reino Unido en esta materia: ninguna otra jurisdicción del mundo condena la acción de estos corredores, desde que un tribunal estadounidense los exoneró en enero de 2022. Los tribunales franceses y alemanes también consideran, desde hace mucho tiempo, que no hubo ningún delito penal.

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Y ahora los propios tres fundadores del Euribor están dando a conocer su consternación. La sentencia del Tribunal de Apelación británico se basó en una interpretación “falso e incorrecto” de las reglas que han escrito, escriben en una carta conjunta Helmut Konrad, Nikolaus Boemcke y Jean-Pierre Ravisé, el viernes 19 de abril.

“No sólo es un error judicial, sino que es una tragedia para los condenados”, testifica el señor Boemcke. En total, la vida de treinta y siete comerciantes se vio trastornada por los distintos procesos: diecinueve fueron condenados y nueve encarcelados. Tom Hayes, ex corredor de UBS y Citigroup, fue condenado a once años de prisión y pasó más de cinco años tras las rejas sin dejar de proclamar su inocencia. Carlo Palombo estuvo encarcelado durante cuatro años y asistió por teléfono al nacimiento de su esposa.

Un punto de inflexión que sienta precedente

En el momento de los hechos, el Libor y el Euribor se determinaban todos los días a las 11 de la mañana, cuando un panel de bancos informaba el tipo al que se prestaban o pedían prestado entre sí. Se tomó un promedio. Pero, dentro de los bancos, los comerciantes también apuestan por estos mismos tipos de interés, creando un posible conflicto de intereses: los bancos podrían verse tentados a presentar un tipo ligeramente superior o inferior, en función de sus intereses comerciales.

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En 1998, cuando se creó el Euribor, los tres autores del código de conducta tuvieron en cuenta este problema. “Creamos un panel de 64 bancos, algunos necesitaban dinero, otros querían prestar y los intereses de cada uno se anulaban. Que tuvieran en cuenta su interés comercial era perfectamente normal”explica Boemcke.

La justicia británica decidió lo contrario. En el caso de Tom Hayes, un juez dictaminó en 2015 que estaba prohibido considerar su interés comercial. Fue un punto de inflexión que ahora sienta un precedente. El 27 de marzo, el Tribunal de Apelación no sólo confirmó este enfoque, sino que fue más allá. Según ella, las tarifas que los comerciantes debían presentar todos los días a las 11 de la mañana debían ser » el mas bajo » posible.

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