Explicación del final de Cinema Paradiso: lo que sea que termines haciendo, ámalo


Salvatore regresa con Giancarlo por primera vez en 30 años para el funeral de Alfredo. Su madre ya es una anciana, el pueblo ha cambiado y su visita coincide con el derribo del Cinema Paradiso. Es un día triste para la gente del pueblo, viendo reducido a escombros el lugar que les dio tanta alegría.

La viuda de Alfredo le dice a Salvatore cuánto lo amaba el anciano, siguiendo su carrera con mucho orgullo. También le dejó un viejo carrete de película, que Salvatore ve en una sala de proyección privada en Roma. Solo en la oscuridad, se hunde en su asiento cuando se da cuenta de lo que es: todos esos besos de pantalla que Alfredo cortó de las películas años antes, empalmados uno tras otro. La expresión llorosa de Salvatore es una mezcla de admiración, asombro y adoración.

Tal vez inspirado por el éxito de Toto como director, el rollo de besos de Alfredo fue su forma de expresar su amor por las películas, creando un montaje verdaderamente hermoso en su naturalidad. Era un hombre sin educación pero su pasión por el cine era pura, intuyendo el orden correcto para colocar esta colección aparentemente aleatoria de momentos tiernos. El efecto acumulativo de todos esos besos es sobrecogedor, casi trascendente.

El montaje también fue la forma en que Alfredo expresó su amor por su protegida en términos que sabía que Toto entendería y apreciaría, y vemos cuán importante es ese mensaje para él como adulto. Sentimos que Salvatore ha perdido el contacto con sus raíces y la alegría pura de las películas que sentía cuando era niño, y esos pocos momentos que pasó viendo el carrete de besos de Alfredo lo transportaron desde la lujosa sala de proyección donde se sienta solo de regreso a la ruda y – cae Cinema Paradiso, dejándolo inundado de amor y lágrimas por su viejo amigo y su infancia, maravillado por la magia de las películas una vez más.



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