Pero no quedó satisfecha con eso: su abogado calificó el documento de «sin escrúpulos y fraudulento». Dado que Ivana también había contribuido al imperio Trump con su trabajo, tendría derecho a más, según el razonamiento. La guerra del divorcio se prolongó y apareció en los titulares una y otra vez: Ivana afirmó que Donald la había violado durante su matrimonio en 1989. Más tarde admitió haber inventado estas acusaciones siguiendo el consejo de sus abogados.
Entre otras cosas, Ivana consiguió una mansión en Connecticut, un apartamento de lujo en Nueva York, un pago único de 14 millones de dólares y pensión alimenticia para sus tres hijos.
Los periódicos estaban contentos con la difamación: en 2017, Trump recordó en su libro lo «loco» que había sido el interés de los medios. “No podía encender la televisión sin escuchar mi nombre.” Incluso después de divorciarse de Donald, su segundo, por cierto, siguió ganando dinero con ello. Escribió varios libros sobre sus experiencias, uno titulado «Lo mejor está por venir: superar el divorcio y disfrutar de la vida nuevamente».
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