A medida que se acerca el primer cumpleaños de ChatGPT, llegan regalos para el gran modelo de lenguaje que sacudió al mundo. Del presidente Joe Biden llega una “Orden ejecutiva sobre el desarrollo y uso seguro y confiable de la inteligencia artificial” de gran tamaño. Y el primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, organizó una fiesta con un tema genial sobre la extinción de la raza humana, que concluyó con un acuerdo de 28 países (contando a la UE como un solo país) que promete cooperación internacional para desarrollar la IA de manera responsable. ¡Feliz cumpleaños!
Antes de que alguien se emocione demasiado, recordemos que ha pasado más de medio siglo desde que estudios creíbles predijeron un cambio climático desastroso. Ahora que el agua literalmente lame nuestros pies y el calor está volviendo inhabitables trozos enteros de civilización, el orden internacional apenas ha hecho mella en las gigatoneladas de dióxido de carbono de combustibles fósiles que se arrojan a la atmósfera. Estados Unidos acaba de instalar a un negacionista del clima como segundo en la fila para la presidencia. ¿Progresará mejor la regulación de la IA?
Hay alguna razón para pensar que sí. En contraste con la cuestión climática, donde una industria multimillonaria montó una campaña sin cuartel para desacreditar las amenazas y frustrar las medidas necesarias para reducir las emisiones de carbono, las grandes potencias de la IA parecen estar rogando por una regulación. Seguramente tienen en mente sus propios intereses, pero al menos hay aceptación de que se necesitan reglas. Además, a diferencia del caso del clima, los gobiernos están tomando en serio las amenazas a la IA relativamente temprano en el desarrollo de la tecnología. Tanto el plan Biden como el acuerdo internacional representan esfuerzos encomiablemente serios para manejar la IA antes de que ella nos maneje a nosotros.
Teniendo esto en cuenta, casi parece mezquino ser quisquilloso con el contenido real. Pero lo haré de todos modos. Comencemos con la orden ejecutiva de Biden. Leí las 19.811 palabras del lenguaje gubernamental, así que tú no tendrás que hacerlo. Al final, estaba ansioso por Dramamine. ¿Cómo pretende el presidente fomentar los beneficios de la IA y al mismo tiempo controlar su lado oscuro? Desatando una ola humana de burocracia. El documento pide desenfrenadamente la creación de nuevos comités, grupos de trabajo, juntas y grupos de trabajo. También hay un llamado constante para agregar la supervisión de la IA a las tareas de los funcionarios públicos y los nombramientos políticos actuales.
Entre las cosas que le falta al documento se encuentra un respaldo legal firme para todas las regulaciones y mandatos que puedan resultar del plan: las órdenes ejecutivas a menudo son revocadas por los tribunales o reemplazadas por el Congreso, que está contemplando su propia regulación de la IA. (Aunque no contenga la respiración, ya que se avecina un cierre del gobierno). Y muchas de las soluciones de Biden dependen de la autorregulación por parte de la industria que está bajo examen, cuyas grandes potencias tuvieron aportes sustanciales a la iniciativa.
No se puede criticar la orden de Biden por su falta de amplitud. Prácticamente todos los puntos calientes de la IA se abordan de alguna manera, aunque sólo sea para prometer encontrar soluciones más adelante. (Así es como maneja el delicado tema de la IA generativa y los derechos de autor). En general, es un compromiso sorprendente para movilizar la burocracia gubernamental para lidiar con todos los aspectos preocupantes de una nueva clase de tecnología, incluidos aquellos en los que la mayoría de nosotros nunca pensamos. Párrafo tras subpárrafo, la Casa Blanca ordena complicados estudios multiinstitucionales, cada uno de los cuales implica una profunda interacción con la industria y consultas con expertos. La orden de Biden asigna a los burócratas la tarea de producir informes complicados con la misma naturalidad con la que algunos piden comidas DoorDash.