La Bienal de Venecia abre sus puertas


Este es el Santo Grial para los artistas: representar a tu país en la Bienal de Venecia, cuya nueva edición abre sus puertas en la Serenissima el 23 de abril. O simplemente ser uno de los 213 diseñadores invitados por la curadora Cecilia Alemani a la colosal exposición que discurre paralela tanto al Arsenal como al pabellón internacional, ubicado bajo el follaje de los Giardini.

Entre las bienales que marcan el mundo del arte, la de Venecia es única. Juegos Olímpicos, Foro Económico de Davos, Festival de Cannes, buscamos el equivalente en otros lugares: esta competencia de alto nivel de talentos de todo el mundo es un escaparate para los más experimentados, un trampolín para los más jóvenes, una recuperación para aquellos y aquellos a quienes la historia ha olvidado.

Para el galerista parisino Hervé Loevenbruck, “un artista presente en Venecia gana puntos”. Y el ascenso al poder se lleva a cabo en tres etapas. “Primero un salto a la hora del anuncio, luego una consolidación si va bien la participación. » Y, por fin, un soplo de aire fresco si los cobradores prescriptores, aquellos a los que se les escudriña cada movimiento, hacen saber que han comprado.

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Hervé Loevenbruck ya puede frotarse las manos: dos de sus artistas, Ashley Hans Scheirl y Jakob Lena Knebl, representan a Austria en la Bienal. Y su pabellón, felizmente atravesado por cuestiones de género e identidad, es de los más esperados. «La gente que se preguntaba por comprar sus obras se ha decidido»dice Hervé Loevenbruck.

Pero, reconoce, el mercado para este dúo explosivo sigue siendo «naciente». Y los precios de sus dibujos, pinturas y esculturas siguen siendo accesibles, entre 1.000 euros y 35.000 euros. Lejos de los 400.000 dólares (unos 370.000 euros) que pueden alcanzar determinadas esculturas de la artista estadounidense-jamaicana Simone Leigh, la primera mujer negra en representar a Estados Unidos en Venecia. En el menú de este pabellón estadounidense están presentes las cuestiones de identidad y desigualdad que sacuden al país, a raíz del movimiento Black Lives Matter.

Fotos y videos

Las preocupaciones del momento también están invitadas al pabellón francés, ocupado por el franco-argelino Zineb Sedira. En este año que marca los sesenta años de la independencia de Argelia, el artista explora en Venecia su autobiografía, pero también las vanguardias cinematográficas de la década de 1970, incluidas las películas producidas con la ayuda de Argelia.

Nacido en 1963 en París, el artista creció en Gennevilliers (Hauts-de-Seine) en la década de 1960, en una época en la que las heridas de la guerra estaban aún más abiertas que hoy. A través de sus fotos y videos, Zineb Sedira tiene el don de construir puentes sobre los mares, para acercarse a culturas íntimamente confundidas.

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