La muerte del líder de Al-Qaeda ilustra la nueva guerra estadounidense en Afganistán


El ataque con drones estadounidenses que mató, en la madrugada del 31 de julio, en el balcón de su cómoda villa en Kabul, a Ayman Al-Zawahiri, sucesor de Osama Bin Laden al frente de Al-Qaeda, tras la muerte de éste, en 2011, no es sólo el fin de una venganza iniciada tras los atentados del 11 de septiembre. Esta es una de las primeras manifestaciones públicas de una guerra secreta librada por Estados Unidos en Afganistán, desde su caótica retirada en el verano de 2021. Podría creerse, entonces, que el fin de cualquier presencia estadounidense en suelo afgano significaba que Washington abandonó todo deseo de influir en el futuro de este país. No es tan.

Casi un año después de su regreso al poder, los talibanes siguen sospechando. El miedo a los espías sigue siendo una constante de este régimen paranoico. Pero, ante el reto de gestionar un país complejo marginado por las naciones, los líderes islamistas acabaron saliendo a la luz y bajando la guardia. De fuente diplomática francesa, el jefe de Al Qaeda habría llegado con su familia, en mayo, a Afganistán, protegido por la red Haqqani, cuya principal figura, Sirajuddin Haqqani, es el muy influyente ministro del Interior. Establecido a ambos lados de la frontera afgano-pakistaní, este movimiento, que se dice cercano a los servicios de inteligencia de Islamabad ya los grupos yihadistas en las zonas tribales paquistaníes, es omnipresente en la región de Kabul y en el este de Afganistán.

Cómo la llegada de Ayman Al-Zawahiri llegó a oídos del espionaje estadounidense es todavía una cuestión de hipótesis, pero la ayuda inicial de un servicio secreto en la región que tiene conocimiento de su instalación parece verse favorecida por la comunidad de inteligencia francesa.

Según una fuente diplomática estadounidense, un equipo de vigilancia terrestre, compuesto por elementos no estadounidenses, habría llevado a cabo la exploración para preparar esta operación que requería una presencia física en el lugar, para observación, para desencadenar el ataque.

A la caza de indicadores de espionaje

Apenas se conoció la noticia del asesinato del líder de Al-Qaeda, los principales líderes del clan Haqqani –Sirajuddin, su tío Khalil, Ministro de Refugiados, uno de sus hermanos, Anas, y otros miembros del clan, también en el gobierno, habría salido de la capital. Según una fuente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), apostada en el lugar, los convoyes cruzaron la ciudad a gran velocidad y las citas fueron canceladas en el último momento.

Esta eliminación muestra, de hecho, que Estados Unidos puede atacar donde y cuando quiera incluso si ya no tiene tropas sobre el terreno. Sin embargo, Sirajuddin Haqqani sigue siendo objeto de una orden de allanamiento estadounidense.

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