La patada rápida al hacer clic: Cómo nos saboteamos


Si te permites distraerte constantemente, perderás el fluir feliz cuando trabajas. Ya es hora de cuestionar algunos hábitos.

¿Con qué frecuencia te distraes en el trabajo? ¿Con qué frecuencia miras tu teléfono inteligente, abres tus correos electrónicos o chateas con tus colegas? Si eres como la mayoría de las personas, probablemente sea bastante frecuente. Las distracciones caracterizan la vida laboral cotidiana: según un estudio, una persona promedio revisa su correo electrónico 74 veces durante el horario laboral y el 85 por ciento utiliza su teléfono inteligente con fines privados durante el horario laboral. Y durante las reuniones, el 42 por ciento de los presentes escribe correos electrónicos o mensajes.

Esto es extremadamente problemático: ¿Cómo puede tener lugar la innovación si cada uno tiene sólo la mitad de su capacidad cerebral? ¿Cómo se supone que las personas avancen con proyectos complejos cuando su capacidad de atención se ha reducido a unos pocos minutos debido al constante cambio entre ventanas del navegador? Debido a la distracción constante, perdemos la capacidad de concentrarnos en lo que deberíamos estar haciendo. Esto no sólo retrasa el proceso de trabajo. También perjudica la calidad porque se cometen más errores. Y por último, pero no menos importante, a los humanos nos hace infelices porque apenas podemos alcanzar el estado de flujo, esa sensación estimulante de estar completamente absortos en una actividad.

Sería fácil culpar a las herramientas digitales y, en particular, a los teléfonos inteligentes: las notificaciones de las aplicaciones están coloreadas intencionalmente con el color rojo de peligro, que alerta a nuestras estructuras cerebrales más antiguas. Las redes sociales presentan deliberadamente cosas sorprendentes y aterradoras para captar la atención. Al mismo tiempo, la hormona de la felicidad, la dopamina, se libera en el cerebro cuando navegamos por las redes sociales. Todo está programado para que pasemos el mayor tiempo posible en nuestros smartphones. Esto también afecta al trabajo: más del 60 por ciento del uso diario de teléfonos inteligentes se realiza durante el horario laboral.

Pero no somos sólo víctimas de las sofisticadas estrategias de los gigantes tecnológicos. La causa es más profunda: apenas somos capaces de soportar momentos desagradables. Tan pronto como una tarea se vuelve aburrida o difícil, recurrimos a la distracción. ¿Las aburridas tareas administrativas? Es mejor desplazarse rápidamente por los portales de noticias. ¿La solución al problema no es obvia en este momento? Unas cuantas rondas de Candy Crush o una visita rápida a Zalando son una distracción agradable. ¿Sentimientos negativos como frustración, enfado o desilusión? Simplemente los eliminamos haciendo clic en lugar de soportarlos.

Esto también lo demuestra un estudio de la Universidad de Virginia, que es impactante en el verdadero sentido de la palabra. Primero, los participantes probaron una descarga eléctrica inofensiva pero dolorosa presionando un botón. Sin excepción, todos aceptaron pagar para no tener que sufrir más esta descarga eléctrica. Luego se les indicó que se sentaran solos en una habitación vacía durante 15 minutos. Su única tarea era entregarse a sus propios pensamientos. Sin embargo, podrían darse la misma descarga eléctrica que antes con solo presionar un botón. ¡El 67 por ciento de los hombres y el 25 por ciento de las mujeres se electrocutaron durante los 15 minutos! Algunos incluso varias veces. ¿Pero por qué? La inacción forzada puede desencadenar pensamientos y sentimientos desagradables: dudas, miedos o envidia. Aquí es donde resulta útil la distracción en forma de descarga eléctrica. Esto adormecerá los pensamientos negativos, al menos a corto plazo.

Estamos tan acostumbrados a estar constantemente bajo electricidad que ya no podemos disfrutar de entornos de bajo estímulo: en un estudio del neurobiólogo Bernd Hufnagl, se pidió a los participantes que miraran por la ventana durante 5 minutos. El 95 por ciento de los participantes sintieron estrés en lugar de relajación. El mismo fenómeno se puede observar en todas las paradas de autobús: incluso cuando hay tiempos de espera cortos, la mayoría de la gente coge instintivamente su teléfono móvil. Simplemente no te aburras. Simplemente no dejes que tus pensamientos divaguen.

Pero ¿cómo salimos de este autosabotaje constante? ¿Cómo conseguimos volver a concentrarnos en algo durante más tiempo? Por un lado, debemos desarrollar una mayor tolerancia a los momentos desagradables de corta duración. Muérdelo y quédate con él. Por otro lado, es ingenuo creer que se puede combatir el hábito de la distracción con pura fuerza de voluntad. En cambio, tenemos que crear tiempos, reglas y rituales para un trabajo sin problemas. Irónicamente, las herramientas tecnológicas también pueden ayudar, como los bloqueadores de sitios web o la función “No molestar” del teléfono inteligente. Lo principal es que vuelve la concentración. Sólo entonces podremos hacer un trabajo verdaderamente satisfactorio.

Un artículo del «NZZ el domingo»



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