La persistente sequía obliga a Cataluña a limitar el consumo de agua


A principios de enero, las agencias meteorológicas catalana y española habían anunciado finalmente la llegada de aguaceros a Barcelona: al menos 150 litros de lluvia por metro cuadrado, aseguraron. Al final sólo cayeron 15 litros. Suficiente para que sea celebrado en las redes sociales como la promesa del fin de una sequía interminable. No era el caso. Peor aún, el mes de enero de 2024 fue el más caluroso registrado.

jueves 1ejem En febrero, el nivel de los inmensos embalses y embalses, construidos en los años 60 para almacenar el agua de lluvia, de los que depende especialmente el área metropolitana de Barcelona, ​​cayó por debajo de los 100 hectómetros cúbicos de agua, o el 16% de su capacidad, un umbral considerado crítico por el gobierno catalán. Por ello, tomó la decisión de declarar el estado de emergencia por sequía y reforzar las medidas de restricción del consumo de agua que ya se han aplicado de forma muy gradual durante los dos últimos años. “Esta crisis nos está poniendo a prueba, declaró el presidente de la Generalitat catalana, de izquierda independentista, Pere Aragonès. Debemos prepararnos para una nueva realidad climática. »

Por su duración, su intensidad y su superficie, la sequía que azota a Cataluña desde hace más de tres años es “El más grave jamás registrado por los servicios pluviométricos”. Cuarenta meses de falta de lluvias y nuevos récords de temperatura han reducido drásticamente el caudal de los ríos y agotado los embalses. «La curva de crecimiento de la temperatura que observamos no se esperaba antes de la segunda mitad del siglo», subraya la directora del Servicio Meteorológico de Cataluña, Sarai Sarroca.

Seis millones de personas afectadas

Más de seis millones de personas, o el 92% de la población y el 52% del territorio, se ven afectados por las nuevas restricciones hídricas aprobadas el jueves. Durante esta primera fase del estado de emergencia, los municipios deberán ser responsables de limitar el consumo de agua a 200 litros por habitante y día, so pena de sanciones económicas, en particular limitando la presión en los grifos. La ciudad de Barcelona, ​​cuyo consumo medio es de 177 litros por habitante y día, no debería verse afectada inicialmente. Si los embalses bajan de los 66 hectómetros cúbicos de agua, se aplicará la fase 2 y la dotación se reducirá a 180 litros. Con menos de 33 hectómetros cúbicos, la fase 3 limitará el agua a 160 litros por persona y día. Las personas que hagan un mal uso del agua podrán ser sancionadas con multas de hasta 3.000 euros.

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