La política exterior de Joe Biden enredada en sus contradicciones


miComo presidente de Estados Unidos en 2020, Joe Biden prometió poner fin a “guerras sin fin”. Cuatro años después, aunque su mandato pronto terminará, está surgiendo una extraña paradoja. El líder cumplió su palabra y retiró las tropas estadounidenses de Afganistán en el verano de 2021, aunque la debacle de esta retirada todavía persigue a su administración. Desde entonces, ha tenido que verse involucrado en dos conflictos con ondas de choque globales: en Ucrania y Gaza. Estados Unidos utilizó todo su peso militar y diplomático, poniendo en peligro su reputación. Su credibilidad está hoy socavada, dados los medios utilizados, los resultados obtenidos y, sobre todo, las contradicciones insostenibles en la forma de considerar estas dos crisis. Siete meses antes de las elecciones presidenciales, la administración Biden parece estancada, aunque la política exterior debería haber sido su principal activo.

Si se consideran fríamente los intereses estratégicos de Estados Unidos, los resultados están lejos de ser negativos. Ningún soldado estadounidense murió en Ucrania, mientras que el ejército ruso sufrió un revés histórico en la fase inicial de la guerra. Sus filas han sido diezmadas y sus capacidades disminuidas en el mar, en tierra y en el aire. Además de este resultado inesperado, se evitó una confrontación directa entre la OTAN y Rusia, en un conflicto que se extendería más allá de las fronteras ucranianas. Se ha logrado el objetivo marcado por la Casa Blanca. No hubo escalada. En nombre de esta prioridad, Washington se negó a proponer a Kiev un calendario para su adhesión a la OTAN, durante la cumbre de Vilnius en julio de 2023. En cuanto a las relaciones con los aliados, socavadas bajo la presidencia de Donald Trump, se han restablecido e intensificado. Aunque, ante la perspectiva de un posible regreso al poder del empresario, la aprensión aumenta en Europa.

En Oriente Medio, en el otro frente, Estados Unidos contempla un precipicio. Tras el ataque sin precedentes lanzado por Hamás en Israel el 7 de octubre de 2023, cuyos abusos conmocionaron a los funcionarios estadounidenses, la administración Biden reaccionó sin demora ni temblor. “No se trata sólo de política o estrategia, es algo personal para nosotros”, explicó, diez días después, el asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan. Desde el inicio de la ofensiva terrestre israelí en Gaza, Washington se fijó un horizonte: evitar un conflicto regional que involucre al Hezbollah libanés y Teherán. El objetivo se logró entonces gracias al despliegue masivo de fuerzas navales en el Mediterráneo oriental.

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