Líder opositora: María Corina Machado desafía al régimen en Venezuela


El político ganó las primarias de la oposición con una amplia mayoría. Más de dos millones de venezolanos se han manifestado en su apoyo. ¿Podrá Maduro excluirlos de las elecciones presidenciales del próximo año?

María Corina Machado es valiente y exitosa, pero muchos en la oposición la consideran demasiado radical, demasiado implacable.

Gaby Oraá/Reuters

Desde su abrumadora victoria en las primarias de la oposición venezolana hace dos semanas, María Corina Machado ha parecido triunfante con una amplia sonrisa. En la votación realizada por la oposición obtuvo un 93 por ciento de aprobación. 2,3 millones de ciudadanos no se dejaron intimidar por los esbirros de la dictadura, acudieron a las urnas a pesar de que el servidor de la oposición estaba bloqueado y esperaron durante horas frente a los improvisados ​​colegios electorales. “Destruimos el mito de que Maduro era invencible”, ha repetido Machado en numerosas entrevistas desde entonces. «Ahora están realmente preocupados».

De hecho, el régimen no dudó en torpedear inmediatamente el proceso electoral y el resultado. El poder judicial, como brazo extendido del gobierno, disparó con todas sus fuerzas: el fiscal general, el Tribunal Supremo, la autoridad electoral: todos desenterraron argumentos que sus representantes luego leyeron entrecortadamente en el teleprompter.

Machado se ha convertido en el testaferro de la oposición

El objetivo es obvio: el ascenso de Machado hasta convertirse en la figura decorativa de la oposición venezolana, que ha estado dividida durante años, debe detenerse antes de que gane un impulso propio que ya no pueda detenerse. Algunos temen que Machado pueda ser arrestado en un futuro próximo, como les ha sucedido repetidamente a otras figuras destacadas de la oposición.

“Maduro es un mal perdedor”, dice Machado, de 56 años. Para ellos, la victoria electoral es la confirmación de que su lucha de 22 años contra los presidentes autoritarios de izquierda de Venezuela no fue en vano. Ahora, por primera vez, es ella quien tiene la ventaja y no el cínico dictador. Puede llevar a Maduro por delante de él por primera vez en los diez años en los que ha convertido al país caribeño en una dictadura con mano de hierro.

Esto se debe al acuerdo entre el régimen y la oposición que se firmó la semana previa a las elecciones en la isla caribeña de Barbados. El gobierno de Maduro prometió que a todos los candidatos “calificados” se les permitiría participar en las elecciones del próximo año. También se aceptarían misiones de observación internacionales. Estados Unidos, que negoció las conversaciones, ofreció la posibilidad de aliviar las sanciones, permitiendo en particular inversiones y transacciones financieras con el sector de petróleo y gas venezolano durante seis meses.

Estados Unidos quiere más exportaciones de petróleo del país con las mayores reservas del mundo. Su producción languidece debido a la corrupción, la falta de inversión y una gestión estatal incompetente. La administración Biden también está preocupada por la creciente afluencia de refugiados venezolanos a Estados Unidos. En septiembre, 50.000 inmigrantes venezolanos llegaron a Estados Unidos, por primera vez más que los mexicanos. Sin embargo, Washington amenazó con reintroducir las sanciones si el gobierno de Caracas no levantaba las prohibiciones impuestas a los candidatos de la oposición antes de finales de noviembre.

Machado está acostumbrado a ser discriminado por el régimen

Tras la clara votación en las primarias, Machado se ha convertido así en el referente del acuerdo. En junio, la fiscalía le prohibió ocupar cargos públicos durante 15 años. Prorrogó una sentencia de 2015 que había privado a la política de su derecho a presentarse a las elecciones por presunta evasión fiscal.

Para Machado, la discriminación por parte del régimen no es nada nuevo. Ya ha sido acusada de conspirar para asesinar a Maduro. También aprobó las sanciones de Estados Unidos contra el Estado petrolero caribeño: una traición a la patria a los ojos del gobierno.

Lleva dos décadas atacando a los gobiernos corruptos y autoritarios de izquierda de su país: la ingeniera y economista empresarial nunca planeó una carrera política. Creció en la clase alta católica conservadora del país. Pero cuando el presidente de izquierda Hugo Chávez expropió la empresa siderúrgica de su familia y sus intereses en el sector eléctrico, ella comenzó a volverse políticamente activa. Se convirtió en miembro del parlamento.

Debido a sus orígenes de clase alta, el régimen la insulta como “radical de derecha y burguesa”. Este año, The Economist la comparó con su modelo declarado, la ex primera ministra británica Margaret Thatcher. (“Maggie en ciernes”).

Machado, de 56 años, también es considerado un valiente. En repetidas ocasiones califica a Maduro de criminal que debe pagar por sus acciones. Se hizo conocida cuando Hugo Chávez, el predecesor de Maduro, quien murió de cáncer en 2013, la ridiculizó durante un discurso de nueve horas en el Congreso. Ella lo interrumpió y llamó ladrón a Chávez, que estaba cubierto de medallas. Él respondió, molesto, que las águilas (como él) no cazaban moscas (como ellas).

Permaneció en el país a pesar de todos los intentos de presión.

Su popularidad ha aumentado con los años porque ha permanecido en el país a pesar de todas las represalias y no se ha exiliado, a pesar de que sus tres hijos viven en el extranjero. Dos de ellos la acompañaron ahora en las primarias. La reunificación familiar es uno de sus temas que habla desde el corazón de muchos venezolanos, incluidos los más pobres. Una cuarta parte de la población, 7 millones de personas, emigró a causa del caos económico y la represión política.

Lo que ahora es crucial es si Machado puede unir a la oposición detrás de él. Hasta ahora no ha estado interesada en eso. Por lo tanto, no es popular entre muchos de los líderes de la oposición. Se dice que es demasiado radical, no quiere hacer concesiones y ve su lucha contra el régimen como su campaña personal contra Maduro.

Es apropiado que después de las elecciones ella declarara que no se presentaría como candidata de la oposición unida en la Plataforma Unitaria, la lista de unidad. “A partir de hoy soy la candidata de todos los venezolanos”, explicó. A estas alturas también debería tener claro que su fortaleza actual puede convertirse rápidamente en debilidad, como les ha sucedido a muchos de los aspirantes a la oposición en los últimos años.



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