“Los científicos no anticiparon ni la escala, ni la velocidad, ni la naturaleza sistémica del colapso del insecto”


IEl colapso de las poblaciones de insectos en casi todas partes de Europa es el componente más aterrador de la actual crisis ecológica. No sólo porque el problema es increíblemente grave, sino también, y quizás sobre todo, porque permanece completamente ausente del debate público y del horizonte político de nuestros decisores – además es probable que la mayoría de ellos no sepa casi nada sobre eso El problema es enorme, apremiante y requeriría una acción urgente, pero la mayoría de nosotros desconocemos su existencia.

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El libro que, por tanto, hay que leer, y hacer leer estos días, es el de Dave Goulson, profesor de la Universidad de Sussex (tierra silenciosa. Prevenir la extinción de insectos, ediciones de Rouergue, trad. Ariane Bataille, 400 páginas, 23,80 euros). Este especialista de renombre mundial en biología y ecología de insectos polinizadores describe tanto la magnitud del desastre como la variedad de sus causas, pero también ofrece, al final del libro, un catálogo de las medidas o políticas públicas susceptibles de frenar él. Todavía no es una oración fúnebre, sino una declaración de amor del biólogo a estos fascinantes animales que ha dedicado su vida a estudiar, y una invitación a la conciencia, a salvar lo que se puede salvar. .

Esto no es solo un deber moral, sino también un asunto vital: los insectos son, como dice Dave Goulson, «el combustible de la vida». Una multitud de organismos no podrían sobrevivir sin ellos, ya sea que se alimenten de ellos (pájaros, murciélagos, peces de agua dulce, anfibios, reptiles, etc.) o sean polinizados por ellos, como la mayoría de las plantas con flores. Entendemos, también, cómo la agricultura tendría toda la dificultad del mundo para prescindir de estos seres, que además de la polinización, participan en la regulación de las plagas de los cultivos, en el mantenimiento de la calidad del suelo, etc. Si los insectos desaparecen, muchas otras cosas desaparecerán con ellos. En Europa, es posible que su abundancia ya haya disminuido en casi un 80 % en las últimas tres o cuatro décadas.

Daño irreversible

Sin embargo, la probabilidad de que nuestras sociedades no puedan influir en esta carrera hacia el desastre es alta. Primero, porque es gradual e invisible. En esto comparte un punto en común con el cambio climático, pero este último nos lo recuerda regularmente a través de fenómenos destructivos y espectaculares. El colapso de los insectos puede continuar sin que nunca se informe como tal, sin puntuar las noticias como lo hace a veces el calentamiento durante grandes olas de calor, sequías, inundaciones monstruosas o temporadas de incendios.

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