Los europeos deciden limitar el precio del petróleo ruso a 60 dólares el barril


Hasta el final, Polonia amenazó con hacer fracasar las negociaciones. Fueron horas de discusiones con sus socios comunitarios y sobre todo una presión amistosa pero firme de Estados Unidos para que este país tan atlantista levantara sus objeciones.

El viernes 2 de diciembre, Varsovia finalmente dio su consentimiento y permitió que los occidentales, la Unión Europea (UE), el G7 y Australia, finalizaran el mecanismo para limitar los precios del petróleo ruso que querían implementar. Al comprometerse a no comprar petróleo ruso por encima de los 60 dólares (57 euros) el barril, quieren limitar los ingresos de Moscú e impedir, en la medida de lo posible, que financie su guerra contra Ucrania.

Era hora. Washington y sus aliados del G7 querían que este mecanismo entrara en vigor el lunes 5 de diciembre, al mismo tiempo que el embargo al petróleo ruso decidido por la UE, que sigue al establecido por Estados Unidos, Canadá, Japón o Australia y precede ligeramente la del Reino Unido. Este techo no pretende aligerar su factura, ya que todos han decidido no comprar más oro negro en Moscú. Pero se pensó en prohibir, por encima de este precio máximo, Empresas europeas, americanas, británicas, canadienses, japonesas y australianas para prestar servicios que permitan el transporte marítimo (fletes, seguros, etc.) del petróleo ruso en países que no han decidido privarse de él, como China o la India.

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Hoy en día, los países del G7 brindan servicios de seguros para el 90 % de las cargas mundiales (el Reino Unido, en particular, es un jugador importante en este mercado) y Grecia, así como Malta o Chipre en menor medida, dominan el transporte marítimo. Tan pronto como estos jugadores ya no pueden transportar o asegurar la entrega de petróleo ruso por encima de los 60 dólares, de facto impiden que sus clientes lo compren a un precio más alto.

Una apuesta arriesgada para las economías griega y británica

Al decidir un tope al precio del petróleo ruso, Occidente quiere, de hecho, imponerlo al resto del mundo. E impedir que Moscú compense la pérdida de sus mercados vendiendo su oro negro en otros lugares. De todos modos, ese es su cálculo.

Pero no está exento de riesgos. “Las aseguradoras o transportistas podrían surgir en otros lugares”, admite un diplomático. Esto no sólo vaciaría de sustancia el techo decidido por el G7 y sus aliados, sino que, además, daría lugar a una competencia que podría, a largo plazo, socavar uno de los pilares de las economías griega o británica. Por eso, dentro de la UE, Grecia, pero también Chipre y Malta han hecho una fuerte campaña para que el precio máximo del petróleo ruso esté lo más cerca posible del precio de mercado.

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