Los “Frankenvirus” en el centro de los debates, tras la irrupción del Covid-19


¿Podría Boston convertirse en el próximo Wuhan, con las arcadas turísticas de Quincy Market haciendo el papel de detonador que fue el mercado de Huanan en la pandemia de la Covid-19? La pregunta, medio seria, medio provocativa, fue formulada en Twitter el 18 de octubre por Alina Chan, bióloga molecular del renombrado Instituto Broad del MIT, a raíz de la publicación previa de un experimento en el servidor BioRxiv.

Investigadores de la Universidad de Boston informan de la fabricación de un SARS-CoV-2 quimérico, que combina la variante hipercontagiosa pero poco virulenta de Omicron con una variante mucho más mortal (pero menos contagiosa), que data del inicio de la pandemia. Resultados ? Un patógeno peor que cada uno de sus dos progenitores: mortal, porque es capaz de infectar el pulmón profundo, y contagioso, porque es capaz de escapar del sistema inmunitario con mayor eficacia.

Este experimento ha contribuido, junto con una serie de otras publicaciones recientes, a inflamar a la comunidad de virólogos, que ahora está cada vez más dividida por la cuestión de los riesgos biológicos: ¿qué es un experimento peligroso? ¿Quién debe decidir esto y según qué proceso? Nunca estas preguntas parecían tan apremiantes, ni habían dividido tanto a la virología. Hay que decir que la peor pandemia del XXImi siglo, el del Covid-19, ha estado ahí y ha renovado profundamente esta polémica, dándole un alcance, una agudeza y una urgencia sin precedentes. Sus consecuencias podrían cambiar las prácticas de la virología a nivel internacional, e incluso, más allá, de todas las ciencias de la vida.

Peligroso juego de “ganancia de función”

Ciertamente, aparentemente, el debate no es realmente nuevo. – especialmente porque la historia de la virología está salpicada de accidentes y filtraciones de laboratorio, incluso entre los más seguros –, pero ahora ha cambiado de escala. Los experimentos de recombinación, mutación y “reescritura” de virus (sin mencionar las infecciones de cultivos de células humanas o ratones “humanizados”) se han vuelto extremadamente comunes en solo unos años; y entre ellos, son numerosos los que aumentan la peligrosidad de los patógenos. Los especialistas califican modestamente estos experimentos como “ganancia de función” para indicar que el patógeno modificado adquiere o desarrolla una propiedad problemática: contagiosidad, virulencia, evasión inmunológica o farmacológica. Cuando estos virus agravados tienen potencial pandémico, a menudo se los denomina con el término menos eufemístico «Frankenvirus».

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