La historia continúa
Entonces, ¿es posible reducir las emisiones de metano en un tercio en una década? A mediados de la década de 1990, Rusia redujo alrededor de 1 millón de toneladas de metano de las emisiones anuales de su sector de combustibles fósiles mediante la mejora y el ajuste de tuberías de gas con fugas. Pero esto representó un poco más del 1% de las emisiones globales totales de metano de la industria de los combustibles fósiles, que promediaron 95 millones de toneladas cada año durante la década de 1990 y que alcanzaron los 111 millones de toneladas anuales para 2020.
Esto también sucedió en un momento en que la globalización aumentaba la interdependencia de la comunidad internacional. Eso se produjo a expensas del control de los estados nacionales sobre sus suministros de energía en muchos casos, mejor ilustrado por la dependencia de Alemania del gas ruso.
Hoy, las sanciones occidentales a Rusia en respuesta a su invasión de Ucrania han precipitado una lucha por otras fuentes de gas. El reciente sabotaje de los oleoductos Nord Stream que transportaban gas natural de Rusia a Alemania bajo el Mar Báltico mostró cómo los estados pueden destruir la infraestructura de distribución de gas de manera casual para obtener ganancias geopolíticas, independientemente de las consecuencias climáticas.
Una estimación reciente sitúa las emisiones totales de metano de la fuga resultante en hasta un cuarto de millón de toneladas. Si bien esta es la fuga individual de gas metano más grande jamás registrada, más del doble de las 100 000 toneladas estimadas emitidas por la fuga de gas de Aliso Canyon en 2015 en California, sigue siendo pequeña como proporción de las emisiones globales anuales totales de metano del sector de los combustibles fósiles.
Las fugas de metano, como el sabotaje de Nord Stream, pueden no marcar una gran diferencia en las emisiones globales por sí solas. Pero sí señalan, a pesar de los nuevos anuncios para reducir el metano y vigilar fugas igualmente grandes, con qué facilidad la realpolitik triunfa sobre la preocupación internacional por preservar un clima habitable, particularmente en un momento de reequilibrio geopolítico y crecientes tensiones internacionales.
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Este artículo se vuelve a publicar de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.
Vincent Gauci recibe financiación del Natural Environment Research Council y de la Royal Society.