Napoleón ataca sin un plan


La nueva epopeya histórica de Ridley Scott no es buena, pero al menos nos brinda una interpretación extraña e inolvidable de Joaquin Phoenix.
Foto: Aidan Monaghan/Apple TV+

Todo NapoleónLos mejores momentos son sobre cómo el brillante comandante militar en el que se centra también es un bufón. El Napoleón Bonaparte de la película, interpretado por Joaquin Phoenix, se queda dormido con los ojos abiertos mientras el director del Directorio, Paul Barras (Tahar Rahim), intenta hablar con él sobre un asunto de urgencia política. Cuando un embajador británico ignora los gestos de pacificación de Napoleón, él responde gritando: “¿Crees que estás Tan estupendo porque tú tienes barcos!” Cuando se le presenta una momia durante una campaña en Egipto, se sube a una caja para acercarse lo más posible a su cara disecada, como si esperara que le susurrara un consejo al oído. Y durante una pelea con su esposa, Joséphine (una Vanessa Kirby maravillosamente desconcertada, que facilita las que deben ser las escenas de sexo más indiferentes del año), por su fracaso en concebir, describe los cambios en su propio cuerpo declarando que sus apetitos son una cuestión de providencia: “¡El destino me ha traído esta chuleta de cordero!” Phoenix es, con 5′ 8”, demasiado alto para interpretar a un tipo famoso por su diminución y, a sus 49 años, es desorientadoramente maduro para interpretar a alguien que tiene alrededor de 24 años cuando comienza la película, pero es inquebrantablemente extraño de una manera que es su propia recompensa.

Es probable que Ridley Scott nunca haya oído hablar de los memes, pero su nueva película está perfectamente preparada para vivir a través de ellos. Sería mejor consumirlo así que en su totalidad turgente. Napoleón, escrita por David Scarpa, alterna batallas épicas y escenas del extraño matrimonio de su protagonista y, a pesar de ello, logra convertirse en un lastre. Aunque Scott obviamente conoce bien una epopeya histórica, este intento es menos Gladiador (su epopeya de espada y sandalia que lanzó a Phoenix a la fama) y más 1492: Conquista del Paraíso, (su hinchada película biográfica sobre Cristóbal Colón). Vemos el ascenso de Napoleón al poder, su boda y eventual separación de Joséphine, y su caída, todo recreado sin ninguna idea animadora más allá de la yuxtaposición de payasadas y destreza en el campo de batalla. Napoleón No es, gracias a Dios, una hagiografía. Pero tiene los ritmos vacilantes de un borrador: suena como si Scott hubiera renunciado a intentar crear una buena película a partir de lo que realmente terminó en la pantalla.

Napoleón comienza con Napoleón de Phoenix presenciando a María Antonieta de cabello rizado, interpretada por Catherine Walker, a quien le cortan la cabeza frente a una multitud que se burla. Analizar la política de la película sería una tontería. Las pocas veces que llega al nivel de la calle, el público inevitablemente se une en forma de una turba sedienta de sangre. Napoleón ve su lugar entre una multitud muy elevada, aunque es consciente de que es visto como un arribista grosero de Córcega que, como lo expresa en una carta a su hermano Lucien (Matthew Needham), tiene que demostrar que es apto para un cargo más alto. Pero cualquier intento de presentarlo como un hombre fuerte populista, un soldado advenedizo que se corona emperador, se ve socavado por la decisión de sellar cualquier perspectiva más amplia sobre el país. Se nos muestra el ascenso de Napoleón al poder sin siquiera verlo, ya sabes, gobernar. Napoleón Te da la impresión de que su personaje principal pasa su vida peleando batallas compulsivamente con alguna parada ocasional en casa para enredarse con su esposa. Cuando, después de la catástrofe que supuso su invasión de Rusia en 1812, Napoleón es exiliado a Elba, se representa como si fuera un veinteañero descarriado que regresa a casa con padres que finalmente se cansaron de sus constantes fiestas y empacaron sus cosas como un señal de que es hora de mudarse.

Las batallas están bien, por cierto, aunque se vuelven adormecedoras a medida que avanza la película: todas esas hordas de hombres a pie y a caballo lanzándose unos contra otros y contra la artillería que los destroza de manera espantosa. La Batalla de Austerlitz es sin duda la más emocionante, tal vez con la ayuda de algún adorno: observamos desde la perspectiva de Napoleón en un terreno elevado mientras atrae a las fuerzas aliadas rusas y austriacas a una trampa, enviándolas a un lago helado que se rompe debajo de ellos y envía soldados y caballos a la muerte. La secuencia, filmada desde abajo, tiene una belleza brutal, con la sangre desplegándose en penachos alrededor de los cuerpos mientras se hunden en el agua helada. Y claro, es gracioso que la versión cinematográfica de Napoleón dispare cañones contra las pirámides, pero no es más que una broma. Este Napoleón es un hobbit cachondo que sólo se siente como en casa en el campo de batalla, cuyos cuernos son objeto de burla en la portada de los tabloides y que tiene que guardar en cámara frigorífica a la mujer que ama para tener un heredero. Scott, que nunca se ha preocupado por la precisión histórica, ha atraído críticas por jugar rápido y libremente con los detalles aceptados en la película, pero la manipulación importa menos que para qué sirve, que no es nada en particular.

Ver todo



Source link-22