“No todos los agricultores son frágiles, pero la reestructuración actual está generando más perdedores que ganadores”


Bertrand Hervieu, especialista en cuestiones rurales y agrícolas, es autor deAgricultura sin agricultores (con François Purseigle, Presses de Sciences Po, 2022). Según el sociólogo, las medidas anunciadas por el presidente de la República, Emmanuel Macron, no resolverán la profunda crisis que afecta al sector.

¿Podrán las respuestas del gobierno calmar la ira de los agricultores?

Las medidas anunciadas eran esperadas por varios sectores, ya sea la simplificación de las normas, el cambio en el indicador de dosis de pesticidas o la perspectiva de una nueva versión de la ley EGalim. El establecimiento de precios mínimos y de medidas en favor de los Tesoros en dificultades beneficiará directamente a los productores de leche y de carne, incluso si su transcripción en una economía abierta plantea dificultades de aplicación.

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Pero el malestar y la búsqueda de reconocimiento expresados ​​en esta crisis van mucho más allá de estas medidas, que siguen siendo esencialmente técnicas. Las respuestas dadas no resolverán la profunda crisis que afecta al sector.

Así como nadie anticipó lo repentino y la magnitud de la ira, nadie puede decir que la crisis ha terminado. En primer lugar, porque los problemas de ingresos y de flujo de caja entre los ganaderos y los productores de leche necesariamente tardarán en resolverse. Y sobre todo por razones estructurales relacionadas con la recomposición del mundo agrícola y su lugar en la sociedad francesa, etapa final de lo que el historiador Fernand Braudel llamó “El gran levantamiento de la Francia campesina”.

¿Cómo se caracteriza esta recomposición?

En cuarenta años, el número de explotaciones ha disminuido un 75% y un 20% en los últimos diez años. El mundo agrícola es el único sector profesional que ha pasado, en un siglo, de una mayoría absoluta a una minoría muy pequeña en la actualidad.

Como demostró el sociólogo Henri Mendras (1927-2003), la “civilización campesina” desapareció a principios de los años 1960. Las leyes Debré-Pisani marcaron la transición hacia una agricultura moderna, abierta a Europa y a los mercados, con la primera política común y el nacimiento de la industria agroalimentaria. Hicieron de Francia una gran potencia agrícola en el mismo momento en que dejaba de ser una sociedad agraria.

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Esta modernización marca el triunfo de la productividad laboral, pero se ha producido a costa de daños sociales y ambientales, cuyo alcance apenas estamos empezando a apreciar. Más de la mitad de la tierra que se libera hoy se destina a la expansión de granjas existentes, a menudo en forma corporativa. Teniendo en cuenta los movimientos actuales, dentro de diez años habrá menos de 300.000 explotaciones.

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