Nueva Zelanda reveló el martes planes para gravar las emisiones de gases de efecto invernadero de los animales de granja, parte de una controvertida propuesta para lucha contra el cambio climático. La primera ministra Jacinda Ardern dijo que el impuesto sería el primero de su tipo en el mundo.
Los gases emitidos naturalmente por los 6,2 millones de vacas de Nueva Zelanda se encuentran entre los mayores problemas ambientales del país. Bajo el esquema, los granjeros pagan por las emisiones gaseosas de sus animales, como el metano de los pedos y eructos de las vacas y el óxido nitroso de la orina del ganado.
Jacinda Ardern dijo a los agricultores que deberían poder recuperar su dinero aumentando los precios de sus productos ecológicos.
Ella dijo que la «propuesta realista» reduciría las emisiones agrícolas al mismo tiempo que haría que los productos fueran más amigables con el medio ambiente, fortaleciendo así la «marca de exportación» de Nueva Zelanda.
Fomentar la plantación de árboles.
El gobierno espera tener su proyecto firmado el próximo año y el impuesto podría introducirse en tres años. Pero con elecciones programadas para quince meses en Nueva Zelanda, el plan podría costarle votos rurales a Jacinda Ardern, ya que los agricultores se apresuraron a condenar el plan.
Andrew Hoggard, presidente del lobby de Agricultores Federados, dijo que el plan «arrancaría las entrañas de los pequeños pueblos de Nueva Zelanda».
El impuesto, dijo, podría incentivar a los agricultores a cultivar árboles en los campos que actualmente se utilizan para el ganado. Beef + Lamb New Zealand, que representa a los ganaderos y ovinos del país, dice que el plan ignora las medidas rurales que ya existen para abordar los gases de efecto invernadero.
«Los agricultores de Nueva Zelanda tienen más de 1,4 millones de hectáreas de bosques primitivos en sus tierras que absorben carbono», dijo el presidente Andrew Morrison.